Mas del 70% de las mujeres en situación de violencia no quieren que el hombre termine en la cárcel, quieren otra cosa.
Los hombres arrastran presión social y necesitan ayuda para controlar la ira.
Los Ángeles, Cal.- En más del 70% de las situaciones de violencia doméstica, la mujer no quieren que el hombre termine en la cárcel, quieren otra cosa, dijo Jerry Tello, quien señala que el problema no se puede ver sin la opresión y el racismo que se ejerce en las propias comunidades que tienen que hacer un esfuerzo para su transformación con su propia auto ayuda.
Tello es fundador y director de la organización Compadres Network que trabaja en la para romper con el ciclo y la cadena intergeneracional con los jóvenes y trabaja con grupos para ayudar a superar problemas de violencia, abuso de sustancias, discriminación, desigualdad racial y temas personales, familiares, de la comunidad y sociedad.
Durante una conferencia de prensa organizada por Ethnic Media Service, el pasado viernes 23 de abril, Tello quien vivió en su infancia y adolescencia en la ciudad de Compton, un vecindario negro-latino, vio de cerca la realidad de la comunidad con sus problemas de violencia no solo para las mujeres sino también con los hombres.
“Estaba tratando de entender la realidad dentro de una sociedad que yo veía cómo maltrataban a mi padre, a mi hermano, a mi abuela”, dijo el sicólogo quien narra que en la casa de su amigo veía como los hombre se tenían que esconder y no podían salir de su casa por la noche.
“Eso es donde yo crecí y como a los 15 años yo recuerdo a los Raiders, los disturbios en las calles, los tanques y uno los escuchaba cuando los veía que estaban listos para disparar y teníamos que estar nosotros en guardia. Recuerdo esa sensación y cuando llega uno a la escuela te dicen, ‘hay algún problema’ la respuesta dice Tello es: ‘no, no pasa nada’.
“Uno se tiene que hacer el malo y pretende que todo esta bien”, señala, tras continuar con la conversación indicando que en ese año murió su padre y un amigo de él fue a verlo por esa razón.
La respuesta de él a su amigo fue “así es la vida no, todo bien. Me dolía por dentro pero yo me di cuenta que en ese vecindario para vivir no podía sentir, sentir me hacía vulnerable, porque esa tristeza no me podía dejar salir adelante, mi papá murió y yo no llore, tuve ese dolor por dentro, lo del covid me recuerda eso, nosotros estamos manteniendo eso dentro, con nuestros parientes no nos abrazamos, no nos conectamos”, explica.
E indica que en su crecimiento ha visto tanta gente negra o latina que terminaron en prisión o que le dispararon y no pudo llorar en su momento.
“Que se hace con todo este sentimiento metido”, comenta al explicar que aun cuando es profesional en psicología aún tiene esa sensación que no desaparece.
En uno de sus primeros trabajos con la comunidad su experiencia fue con una joven a quien la estaban maltratando otras jóvenes.
“Trabajando en un agencia de recreación, los jóvenes que venían a jugar billar, escuchar música, pero las niñas estaban afuera, detrás del edificio, y yo decía porque están allá a fuera y fui a ver lo que pasaba y es que otra niña la estaba golpeando y criticando a una niña porque había ido a una fiesta esa noche y ella tomó mucho, entonces dos de los tipos la había violado prácticamente, entonces las chicas le decían oyes deberías saber que no deberías haber tomado tanto.
Esa chica había sido traumatizada y yo la tuve que sacarla de esa situación y llevarla a su casa porque estaba temblando, la pobre, y su padre estaba ahí en el jardín de enfrente cortando el césped.
Tello dijo que la experiencia de su casa de cómo tratar con respeto a la gente fue lo que aplicó con el señor al presentarse y pedirle su permiso por llevar a su hija a su casa.
“Mi familia me enseñó cómo relacionarme con otras personas, yo tengo que decir: con su permiso señor, yo trabajo acá… he traído a su hija porque no se ha sentido bien”.
“…lo que tiene es miedo, puede usted abrazarla. El hombre no sabía cómo si quiera abrazarla a su hija, yo tuve que agarrar sus brazos y ponerlos alrededor de su hija, cuando empezó a llorar, él empezó a llorar”.
“Yo sabía cómo lidiar con esa situación porque yo lo había visto con mi madre en Compton, a veces yo venía de la escuela y veía una madre ahí y a sus hijas, me decía: ‘dile hola a tu tía’ y nunca la había visto a la señora, o decía, ‘diles hola a tus primos’ y yo nos los había visto nunca.
Yo veía a esta mujer con moretones en los brazos y en la cara”.
Tello vió como su madre llamó a su papá y le dijo que fuera hablar con el esposo de la mujer y él junto con otros señores fueron a hablar con el abusador a quien no lo golpearon, pero lo amenazaron.
El sicólogo dice que esos son los procesos comunitarios que su madre y gente de color hacen por otros en lugares como Compton, una ciudad donde todo es muy disfuncional, pero donde en los vecindarios también hay bendiciones, pero los demonizan.
“Nosotros hicimos esto, mi madre hizo esto, la gente de color hizo esto por otros. Sabemos qué hacer con nuestros semejantes, hay mujeres y hombres que saben que hacer, pero primero tenemos que darnos cuenta que esto es la medicina”.
Para Tello no se puede hablar de violencia doméstica sin entender la interseccionalidad y hablar de presión, racismo y la opresión, y el trauma interno.
Para la doctora y reverenda Alysse Moore-Obih, directora ejecutiva de la Asociación de California para poner fin a la violencia doméstica, tanto la violencia doméstica como el tráfico humano, el asalto sexual y abuso de niños, es resultado de una sociedad rota que va en contra de los derechos civiles y derechos que nos merecemos.
En tanto para Tina Rodríguez, presidenta de la junta directiva de la Coalición de California Contra la Agresión Sexual, también falta una responsabilidad cultural, hablando de las personas que son incapaces de controlar su ira, terminando en las víctimas de violencia doméstica.
“La prevención no puede existir sin ambas cosas, aquellas personas que son las afectadas y las víctimas, entonces no se trata de una sola cosa”, dijo, al comentar que las organizaciones en California están recibiendo fondos para que si uno llama al 911, ellos le ayudarán a llegar a corte, tener una orden de mantenerse alejado, orden de intervención, etc.
Sin embargo, dice que “debemos basarnos en sistemas que nos ayuden a crear una prevención. Debemos ser responsables de educar a nuestros jóvenes, hijas e hijos, de lo que es la violencia doméstica y la prevención de ello, porque somos las únicas personas que sabemos de nuestras experiencias y de lo que cuesta sobrevivir”, sostuvo.
Y explicó que no se habla de la presión que se ejerce también con los hombres, que es una asignación social de la sociedad con ello.
Tampoco dijo que se habla de presión que sufren gente de color y ejemplificó que si es uno una persona negra, aunque tenga una certificación, un grado o un título, y puede calificar, no le van a dar el trabajo por el color de su piel.
“Entonces, el molestarse, ese trauma, de ser oprimido de que no te den oportunidades de las que tienes derecho te afecta, lo mismo pasa con la población latina”, dijo al señalar que son multigeneraciones las que han pasado eso.
Y contó que en su propia historia, como sobreviviente, “una de las presiones fue el hecho de que había mucha expectativa multigeneracionales no solo de nuestra familia en Estados Unidos, sino también de mi familia que es de México. El abusador en mi familia lo hacía porque era eso de lo que se esperaba de él”, afirmó.
Rodríguez, dijo que nunca se habló de esa presión o trauma de estar en esa posición de que si uno le va mal, esa es una falla y añade los impulsos que se tienen.
“Esas conversaciones no se están tomando en cuenta en lo que es cómo lidiar con la ira. Nosotros como comunidad debemos ser responsables de hablar de estas conversaciones para suprimir estas tendencias violentas”, reflexionó.
También dijo que “con nuestras hijas, hermanas, hay que enseñarles estrategias para sobrevivir, para poder existir en los Estados Unidos. Sufrimos de muchos problemas debido a la pobreza, entonces qué les enseñamos a nuestras hijas. Las estrategias: júntate con alguien que tenga una casa, dinero, un buen carro, pero no le enseñamos de que no se meta con alguien que las aísle o las monitoree de con quién hablan. Nosotros debemos ser responsables de hacer eso”, consideró.
La sanación
Dijo que su historia familiar es muy pública y cuando entraron al sistema judicial criminal hubo mucho más dolor y división. Rodríguez es sobreviviente de abuso sexual infantil.
“Estamos hablando de la violencia doméstica, en la cual las órdenes de hacer que alguien se mantenga alejado, todo esto, se basa con el poder y el control, si alguien se le dicen ahora en la corte que se tiene que mantener alejado de seguro eso es al revés, puede ir en contra de lo que se puede hacer, y nadie esta hablando de ese tema”, abundó.
“Cuando podamos hablar de estas conversaciones y ser honestos con eso, entonces podremos sanar. Y cómo sanar de eso, es diferente para cada persona”, opinó, al hablar de que ella fue a la prisión de Valley State para hablar con delincuentes encarcelados sobre el tema de la prevención de la violencia doméstica.
“Recuerdo que cuando hicimos ese programa hubo mucha controversia”, dice Rodríguez, al hablar que cuando se puso a esas personas en prisión no había una orden de la corte y no se estaba tratando de reunir a la familia, sino era el hecho de resaltar a la persona que había causado ese dolor y cuál había sido su impacto.
Y una vez estando en esa prisión empezaron a comprender el porqué la reacción fue tan violenta y brutal contra las víctimas.
“Algo que me inspiró mucho es la historia de una sobreviviente que habló, y vi a mucha gente que tenía esta historia que yo tenía también, aquellas personas que han sido impactadas por andar en prisión y el crimen juntos”, dijo Rodríguez.
“La realidad es que han sido identificados como abusadores o víctimas y van a escuchar… van a tener que lidiar con esto”, indicó al hablar de igual que ayudar a las víctimas, también hay que ayudar a las personas con ira.
Sobre su caso, antes, dijo que el hablar sobre el tema con su abusador le ayudó y que también él pensó en un momento en el suicido.
“No hay suficiente tiempo para decir cómo nos ayudó hablar de este tema a mí y a mi madre. Y nos ayudó a pasar esta resistencia, esto me hizo querer enseñar una clase en las prisiones y con los sobrevivientes en el tema de justicia e ido a conferencias sobre sobrevivientes, muchas de ellas son gratuitas y les animo a que participen”, abundó.
Según reportes de una revista médica de Inglaterra, durante el último año una de cada 4 mujeres ha sufrido de violencia de su pareja o esposo, pero también uno de cada 10 hombres ha pasado lo mismo de su pareja o esposo.
Durante la pandemia los reportes indican que se han disparado los casos de violencia doméstica.
“Imagínense durante covid, mis hermanas negras me dijeron: miembros de mi familia vinieron, me dijeron, ¡Hey! estoy atrapada aquí. Tengo miedo a llamar a la policía porque lo van a matar, van a venir y responder a la llamada y lo pueden matar, mis hijos pueden quedarse sin padre o si lo deportan nos vamos a quedarnos sin esta persona que es la que trabaja”, señala Rodríguez, al indicar, que esos son temas que importan y que vayan al sitio web para ser parte de esas conversaciones. https://cssj.org/
El respuesta a la pregunta de si pudo sanar o reconciliarse con su familia. La respuesta fue: “sí, sí pude, pudimos y continuamos haciéndolo, siempre tomamos esto en cuenta. Lo que yo digo que desde las historias de Disney siempre nos hicieron pensar que las cosas siempre terminan con un final feliz y eso no es cierto”, comentó al indicar que las familias tienen que lidiar con sistemas de valores que terminan disfuncionales.
“Para mi caso, cada 6 meses nos visitamos. Tenemos que encontrarnos, interactuamos en diferentes graduaciones, por ejemplo. Afortunadamente él ha ofrecido ayudar a mi organización sin fines de lucro, estamos trabajando con gente que está en camino a terminar en prisión y él se ha hecho voluntario para hablar con ellos . Y les va decir ‘okay el sistema criminal los va castigar, pero yo te voy a explicar lo que pasa después y todo lo que te pase en la cárcel es una cosa, pero después, hay mucho trabajo que hacer”.
Los inmigrantes no pueden acceder a herramientas
“Llamar a la policía, empezar un caso, ir a corte, someter una queja y darle seguimiento es algo que nos dicen que hagamos, pero cuando uno no tiene un estado migratorio es una herramienta que no se puede usar”, así lo considera Mónica Khant, directora ejecutiva del Instituto Asia Pacífico sobre violencia de género con base en Atlanta, Georgia.
Khant habló de los reciente hechos de violencia contra la comunidad Asiática-americana perpetrados en ese lugar considerados como crímenes de odio.
Dijo que para los inmigrantes y aquellos que no hablan muy bien el inglés ha encontrado más desafíos para llamar a la policía o cuando van a los hospitales para encontrar servicios de interpretación.
Uno de cada 5 asiáticos han reportado que están viviendo de alquiler, los dueños de negocios están abriendo de poco y las víctimas tienen que vivir con sus violentadores porque no tienen dinero para el alquiler, explica.
Además dice que en la comunidad hay una demanda de servicios para las víctimas para trabajar más allá de los sistemas que ya existen, por ejemplo, en que muchas veces las familias buscan otra solución antes de hablar con la policía o irse, tampoco es la primera opción.
Para Khant algo que no esté en el aspecto criminal como los servicios sociales pueden quizá tener una respuesta para la comunidad. Para más información sobre el Instituto Asiático Pacífico sobre Violencia de Género ir a: https://www.api-gbv.org/
Por su lado, Moore-Orbih, dice que la violencia doméstica tiene que ser parte de la conversación entre la comunidad, así como lo es hablar de las drogas.
“Tenemos lo que necesitamos para sanar en nuestras comunidades y necesitamos más apoyos para eso. Las comunidades latinas y negras siempre dicen que sin los malos de la violencia, pero la sanación en eso nos ayudaría a ver lo que nos está pasando en nuestra comunidades”.