- Familia inmigrante de la región mixteca de Oaxaca produce miles de flores para los festejos de temporada de Día de Finados o “Los Muertos”
Moorpark, Cal.- El peculiar aroma fresco de la flor de Cempasúchil nos recuerda que ya estamos en la fiesta de “Día de Muertos”. “Ya huele a mole… dijo con una sonrisa Francisca Ramírez, dueña de más 30 hectáreas de terrenos en esta ciudad ubicada a 50 millas del centro de Los Ángeles en los que se siembran desde hace años la flor de muerto, así como la tradicional flor de terciopelo (borla) o “cresta de gallo”, como algunas comunidades indígenas oaxaqueñas le llaman.
En este campo hay una gran alfombra de color naranja y otra amarilla de flor de cempasúchil. Desde la mañana del sábado 19 de octubre está trabajando Francisca y sus hijos y familiares para tener listo un pedido previamente concertado de 250 bonches que irán a parar al mercado de Flores de Los Ángeles.
La inmigrante de Juxtlahuaca, región de la mixteca oaxaqueña, se apresura y coloca las mejores flores para hacer un bonche que contienen 108 varas,-cada una de las varas generalmente contienen de 5 a 6 flores de Cempasúchil-.
Dice que la flor de Cempasúchil después de cortarse pueden durar hasta 30 días dependiendo del cuidado y que ésta es la temporada que mas venta tienen, aunque también la siembran durante las demás temporadas del año.
Luis Rendón hijo de Francisca comentó que durante los últimos 10 años siembran regularmente 3 acres de flor para la temporada de Día de Muertos. “Para que las personas recuerden a los que murieron y los seres queridos”.
En otras más de 30 hectáreas de terrenos de cultivo que su familia tienen en Oxnard siembran perejil, cilandro y un poco de chile, entre otros vegetales.
La familia de Santiago Juxtlahuaca tienen su propia empresa que se llama Rendon Flower Growers, una compañía que opera interestatalmente dentro de California y que creó el papá de Luis y del que ahora también él es dueño.
“Sabemos que nada es fácil, que todo es difícil, pero aquí estamos y es un reto”, dijo Luis quien emigró de Juxtlahuaca en el 2012.
En los terrenos de cultivo de esta ciudad, perteneciente al condado de Ventura, las hijas y familia de Francisca toman el tallo de las flores, la limpian un poco con una filosa navaja y las colocan en el suelo haciendo grandes bonches que luego son llevados en sus hombros para colocarlos suavemente en un remolque que los llevará a su compañía.
Las hijas de Francisca trabajan igual que los hombres en el campo y no importa que sea sábado o domingo o que están a punto de graduarse de la Universidad. Son un verdadero ejemplo de superación y de éxito.
Francisca no deja de escuchar en su radio canciones muy populares mientras sigue y continua cortando las flores que irán a parar a los altares de cientos de casas de los angelinos donde se veneran y honran a los familiares, amigos y conocidos que han muerto y según las creencias religiosas han pasado a un mejor lugar.
Para Francisca ya huele no solo a flor de cempasúchil sino a mole, chocolate y pan de muerto. Ella tienen 20 años como inmigrante oaxaqueña y en esta temporada es cuando más recuerdos le trae a su mente su pueblo.
Agradece a Dios por la bendición de trabajo que tienen y ya piensa en su altar que pondrá este año.
En Oaxaca la festividad de Día de Muertos es toda una tradición y en cada hogar, por más humilde que sea, se colocan las ofrendas a los fieles difuntos.
Según el historiador José María Bradomin, en su libro Oaxaca en la Tradición, ocho días antes de la esperada fecha de Día de Finados o “Los Muertos” los oaxaqueños acuden al mercado “Juárez Maza” y ahora “Mercado de Abastos” para hacer la plaza de muertos, en la que la gente se lleva el famoso pan de muerto, el chocolate y las aromosas ceras ornadas de fúnebres listones de papel de china, las nueces de Cuilapam, el maíz blanco para el nicuatole (necuatolli), la fresca jícama, el retostado cacahuate y la olorosa manzana o los tejocotes, variedad de calabazas: támala, redonde, chompa y pinta “güiche”, que con la blanca y dulce caña de azúcar, se convertirá en el imprescindible dulce de conserva.
Todos eso sin faltar el mole negro, las flores de cempaxúchitl, la borla, la cerveza y el mezcal y diversos frutos que van apiñados en los altares y que representan un genuino costumbrismo oaxaqueño, dice el autor.
Para Bradomin, esto es un ¡Santo regocijo de la Fiesta de Finados que embarga la melancolía y a la vez una alegría extraña!