Por J. Gerardo López*
Al concluir con la celebración del Mes de la Herencia Latina, “La ciudad de Los Ángeles y el Concejal del Distrito 9”, Curren D. Price Jr., hizo entrega de Certificados de Reconocimiento a varios periodistas latinos de la ciudad.
Esta es la primera vez que se brinda este tipo de reconocimiento. Para mí, este fue un honor no sólo para los profesionales del periodismo, sino principalmente para el periodismo en español en este país.
Yo fui uno de los periodistas que recibió ese reconocimiento. Y al recibirlo, quise compartirlo con muchos otros latinos que me precedieron y que nunca recibieron un reconocimiento como éste.
Trabajaron duro y durante muchos años para hacer periodismo en español en este país en tiempos muy difíciles.
Pienso en Pedro J. González, que fue encarcelado porque a algunos no les gustó sus informaciones sobre las deportaciones masivas de mexicanos durante los años 30 y le condenaron por las mentiras que se dijeron sobre él.
Estoy pensando en Rubén Salazar que fue asesinado mientras cubría una manifestación de la moratoria chicana en 1970. Tenía 42 años de edad.
Pienso en el Sr. Ignacio E. Lozano Jr. que en los años 80 tuvo que demandar al Departamento de Inmigración por acoso a nuestro fotógrafo Octavio Gómez y al propio periódico. La Opinión ganó el caso en 1985, y el acceso y las relaciones con las agencias gubernamentales por parte de los periodistas latinos mejoraron mucho después de eso.
Pienso en don Ignacio E. Lozano, fundador de La Opinión, en su misión periodística de «servir, informar y defender las nobles causas de los latinos», en la gente que le ayudó a llevar a cabo esa misión y en los lectores que les dieron fuerzas para seguir adelante durante la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial.
Pienso en don Alfredo González W., quien trabajó más de 50 años en La Opinión; Horacio Martínez, quien trabajó en los periódicos La Prensa de San Antonio y La Opinión por más de 70 años, Rodolfo B García, trabajó 50 años en La Opinión; Nicolás Ávila, Antonio Méndez Lomelí, el doctor Octavio Costa y tantos y tantos periodistas latinos de ayer y los que les siguieron.
Todos ellos hicieron que mi trabajo fuera más fácil y no tan difícil.
Recuerdo la cobertura de la Convención Nacional Demócrata en Nueva York en 1980, cuando a La Opinión y a mí nos asignaron un espacio en las gradas del Madison Square Garden con los periódicos universitarios, los semanarios y las publicaciones de poca monta. El acceso para hablar con los delegados era muy difícil. Y mis colegas anglosajones me preguntaban por el ángulo de mis historias. «Latinos», les decía. “Su número de votantes es bajo. Y los políticos saben contar. Sólo tú escribes sobre ellos», me decían.
Hoy en día, no hay organización de noticias creíble en este país que no cubra el voto latino.
El periodismo en español en este país gana fuerza y prestigio, existen más medios y en diferentes partes de la nación, y por ello siento que hay que agradecer y reconocer el trabajo duro, y por largo tiempo, de la gente con la que comparto este reconocimiento. Ellos nunca recibieron algo parecido. Y se lo merecen por mucho.
Mi única esperanza es que la nueva generación de periodistas latinos continúe la misión periodística de la vieja guardia: «servir, informar y defender las nobles causas de los latinos». Una misión muy necesaria hoy más que nunca.
* El maestro J. Gerardo López, es decano en el periodismo en español en Estados Unidos.
