*Evento cultural que celebra armoniosamente la diversidad y el mosaico étnico de las comunidades oaxaqueñas.
Por Gabriel Martínez*
Bajo un clima cálido se celebró la réplica del festival Guelaguetza en Salinas, California teniendo como escenario el estacionamiento de Everett Álvarez High School, la cual fue efectuada el último domingo del mes de agosto.
El público de Salinas, San José, Santa Cruz, Watsonville y varias ciudades circunvecinas gozaron de un ambiente artístico deleitándose de la muestra cultural de las distintas regiones de Oaxaca.
Aquellos asistentes presenciaron reminiscencias rituales a la agricultura con la Flor de Piña, la lucha entre el bien y el mal que protagoniza la Danza de los Diablos, la picardía de hombres y mujeres de la costa, el atavío de los trajes del Istmo de Tehuantepec y la emblemática Danza de la Pluma entre otras presentaciones acompañadas con la narración que contextualiza la magia cultural de las 8 regiones del estado mexicano de Oaxaca.
Gabriel Martínez, investigador cultural, escritor y narrador, se encargó de las monografías de los bailes más representativos del cuadro dancístico de Guelaguetza. Martínez ha acompañado a diferentes grupos folclóricos en los escenarios Guelaguetzas de San Diego, Los Ángeles, Oxnard, Bakersfield, Santa Cruz, Salinas, San José, Santa Rosa, Phoenix, Arizona y el Keysville, Utah.
Mediante la cultura “es como el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevos significados y crea obras que los transcienden” según Martínez citando la Declaración de México sobre las políticas culturales.
Además del entretenimiento, el evento cultural hace conciencia del mosaico étnica y la diversidad cultural, que para los oaxacalifornianos, sirve para forjar lazos con las raíces de un pasado glorioso. En el mundo actual superficial y capitalista, se empeña en crear tendencias materialistas suprimiendo la importancia de la cultura y el arte.
La palabra guelaguetza, castellanizada, seguramente data desde el asentamiento del hombre en los Valles de Oaxaca, hace unos diez mil años y cuyo máximo resplandor lo evidencian los centros ceremoniales, políticos y administrativos de Monte Albán, Mitla y Lambityeco. Bajo el sistema honesto y equitativo de intercambio o reciprocidad armoniosa, se apalabraban un mutuo acuerdo de cooperación y apoyo particularmente para realizar un convivio de índole ritual así como un casamiento, o el festejo a una deidad que con el sincretismo católico se tornó el papel de mayordomía del pueblo.
En la modernidad, el festival Guelaguetza se manifiesta como un evento cultural que celebra armoniosamente la diversidad y el mosaico étnico fundamentado en el gesto de amor y humildad del esfuerzo de las comunidades oaxaqueñas. Es pues, de enorgullecerse de los pensamientos de los viejos zapotecos, binigulaz, que trazaron un horizonte duradero que supera el tiempo y la distancia.
En Estados Unidos, los indígenas nos tocó vivir una infame diáspora donde lamentablemente, la mayoría carece de libre paso a la frontera. Esto significa la ruptura con la mayor parte de su pasado histórico: su costumbre, identidad, tierras, familias, lengua, comida y cultura.
Los migrantes de otros países, también, se relacionan ya que viven con esta realidad de la añoranza de su patria. Por eso la importancia de esta fiesta de fraternidad, un día de Guelaguetza, que además de una sana distracción, ofrece un espacio de consolación y empatía para aligerar el sufrimiento por la nostalgia a raíz de la emigración.
Además, sirve como plataforma para impulsar a pequeños negocios locales.
*Gabriel Martínez es escritor y pensador trilingue oaxacaliforniano (Zapotec-hispanic- . Estudio periodismo en la Universidad de California en Northridge y ha trabajado para televisión, radio y periódicos. Es escritor independiente haciendo reseñas de temas apremiantes en ambos mundos: México y Estados Unidos. Algunas de estas investigaciones son grabadas en la XEGLO radiodifusora publica indígena de México en San Pablo Guelatao, Oaxaca. Fue narrador de basquetbol en los torneos de angelinos oaxaqueños y actualmente narrador de los festivales Guelaguetzas de varias ciudades Californias y otros ciudades tales como Phoenix, Arizona. También es cronista de la diáspora oaxaqueña y ganador de un Premion CaSa en lengua Zapoteca, Premio impulsado por El Maestro de las artes Francisco Toledo.