Por Filadelfo Figueroa. Fotos/ Javier Cruz Morales
Oax.- Ahí estaba mi amiga (Lucila Pérez Rivera) acompañada por el trío los Cardenales cantando Sabor a mí del compositor oaxaqueño Álvaro Carrillo, nunca la había escuchado así, era ella y sus emociones, sus recuerdos, su memoria de lo vivido, en cada palabra, verso, se transportaba a sus diferentes edades.
“Tanto tiempo disfrutamos de este amor
Nuestras almas se acercaron, tanto así
Que yo guardo tu sabor
Pero tú llevas también
Sabor a mí”.
Los humanos hacemos cosas diferentes, aunque nos parecemos, en esencia somos únicos, como la forma única de mi amiga Lucy de cantar esta canción.
Solo mencionó un nombre, de su ausencia, creo que al hacerlo le estremecía el corazón, y esa canción era el medio de comunicarse con quien alguna vez fue parte de su existencia.
Ahí estábamos sus viejos amigos, los todavía vivos, Leandro, Javier, Víctor, Ernesto, Humberto, Anita, Silvia, Paulina, Conchita, Lolita, Berna, Amparo.
Todos sobrevivientes de la pandemia del Covid, de pronto parecía que no había pasado el tiempo, bromeando como siempre, riendo con la confianza de ser amigos.
Pero no, los años en nuestros rostros, en nuestros cabellos, las arrugas en nuestras caras, si somos los mismos pero no igual, hablando de aquellos niños, que fueron nuestros hijos y que dejaron de ser niños.
Nosotros en otros años, jóvenes de corazón pero con la piel de transitar en un pasado con otras responsabilidades y con otros seres queridos ya ausentes de esta vida.
Y ahí estaba Lucy recordando sus amores “No pretendo ser tu dueño
No soy nada yo no tengo vanidad
De mi vida doy lo bueno
Soy tan pobre, ¿qué otra cosa puedo dar”.
Claro, una canción que también nos hace sentir la vibra de quienes fueron parte de nosotros, gente que adoramos y se marcharon.
Y luego la canción 20 años, esa que dice ” Qué te importa que te ame
Si tú no me quieres ya
El amor que ha pasado
No se debe recordar”.
De cuya letra mi estrofa favorita es cuando refiere “Si las cosas que uno quiere
Se pudieran alcanzar
Tú me quisieras lo mismo
Que veinte años atrás”, al escucharla me da mucha nostalgia.
Los 70 años de mi amiga Lucy ha servido para reunirnos, para expresarnos los afectos, que a pesar de ser diferentes, la vida nos hizo coincidir, encontrarnos.
Que ya no volveremos a vivir lo pasado pero somos el testimonio de lo sido, de la maravilla de habernos vistos jóvenes y sobre todo no olvidarnos.
Aprovechamos para preguntar un poco de dónde estamos, qué hacemos, y de salud cómo andamos, porque los años ya se nos vinieron encima.
Lucy cuenta algunas anécdotas, ocurrencias, bromas, y reímos como siempre, y vemos que la esencia nunca la cambiamos.
Llega el momento del baile, y que mejor que la canción un puño de tierra:
“El día que yo me muera
No voy a llevarme nada
Hay que darle
Gusto al gusto
La vida pronto se acaba
Lo que pasó en este mundo
Nomás el recuerdo queda
Ya muerto voy a llevarme
Nomás un puño de tierra”.
En esa reunión creo, entre todos, si superamos los mil años, porque el más joven rayaba en los 60 años.
De mi amiga Lucy recuerdo su tolerancia para soportamos cuando era encargada de la sala de prensa del Palacio de Gobierno, porque se me olvidaba decirles que la mayoría de los ahí reunidos éramos periodistas, los tundemáquinas.
Al final nos despedimos con fuertes abrazos, porque no sabemos si volveremos a reunirnos como en esta ocasión, y si dentro de un año seguimos vivos, porque por los años que tenemos la despedida de estas tierras cada vez está más cerca.
Fue hermoso vernos viejos, tener la calma de los años, porque hay quienes no tuvieron la oportunidad de este momento.
Si algo nos ha caracterizado es nuestra irresponsabilidad con la vida “Si quieren que se los diga
Yo soy un alma sin dueño
A mí no me importa nada
Pa mí la vida es un sueño”.
Me quedo con la imagen de mi amiga Lucy recordando a sus amores cantando la canción de Sabor a mi:
“Pasarán más de mil años, muchos más
Yo no sé si tenga amor la eternidad
Pero allá, tal como aquí
En la boca llevarás
Sabor a mí”.
Yo también espero cumplir 70 años, y convivir con mis amigos como lo hizo mi amiga Lucy.
Con un exquisito desayuno en el restaurante «EL PINCHE DE LA PANADERA Y EL CHEF» ubicado en San Sebastián Tutla Oaxaca, México, acompañada de amigos, la festejada dio la bienvenida a sus invitados.