Los Ángeles, Cal.- Ayudar a frenar el cambio climático, a la reforestación, a generar sombras y proveer un alimento rico al paladar, es la pasión del arboricultor de árboles frutales, Ricardo Ortiz.
El inmigrante oaxaqueño es el propietario de Ricardo’ s Nursery, un vivero donde se desarrollan e injertan miles de árboles que ahora cubren del sol los patios de angelinos y de grandes compañías como Disney.
En un recorrido realizado por el vivero de Ortiz, que consta de seis hectáreas, fue posible ver cientos de árboles frutales pequeños, medianos y grandes, de mango, ciruelas, nance, zapote, mamey, guayaba, granadas, maracuyá, dragón fruit, chirimoyas y aguacate, por nombrar algunos.
Ortiz y su familia, así como algunos trabajadores, participan en injertar, cuidar, clasificar y vender los árboles, ya con la fruta y otros recién injertados.
Ricardo es un inmigrante de San Mateo Piñas, Pochutla Oaxaca, su familia es productora de café y desde niño trabajó en la finca familiar. Su amor por las plantas comenzó al ver llegar a un ingeniero agrónomo que iba a darles pláticas e ideas de producción de café de manera orgánica.
“Para mí era como un Dios porque tenía mucho conocimiento. Yo quería ser como él, hacer crecer plantas y hacerlo de una forma natural. Lo más orgánica que se pudiera”, mencionó el oaxaqueño quien emigró a Los Ángeles a la edad de 20 años.
Ricardo afirma, “En dos años ya hemos vendido tres mil árboles, la mayoría van a Los Ángeles, Long Beach, y toda California. Tenemos muchos clientes que revenden los árboles. Todos coincidimos en que la clientela es más feliz con un árbol frutal”.
Ortiz, cultivador de plantas y árboles desde su natal Oaxaca, dijo que le enamora su profesión porque además de ayudar al medio ambiente, le ofrece a sus clientes árboles que proveen frutas.
“Siempre me ha gustado ayudar al medio ambiente, reforestando, y qué mejor forma de hacerlo que a través de los árboles frutales. Actualmente ya no es tiempo de preocuparnos por el cambio climático, ya es tiempo de actuar y hacer algo positivo por nuestro planeta”, dijo Ortiz.
“A mí me satisface lo que hago, aunque es negocio, es importante ser congruente con lo que queremos. Me llena de orgullo proveer árboles, trabajar con árboles y ayudar a generar oxígeno a esta ciudad que nos asfixia cada día”, añadió. “Espero que más personas se contagien con la idea de tener un árbol frutal”.
Como los árboles fijan el dióxido de carbono del aire cuando crecen, plantar árboles puede utilizarse, según expertos, como técnica de geoingeniería para reducir el CO2 de la atmósfera y así luchar contra el cambio climático.
Según estudios, los proyectos para reverdecer desiertos pueden pretender inicialmente mejorar la biodiversidad y recuperar acuíferos y cuencas hidrológicas, pero también mejoran la economía y el bienestar de los habitantes al incrementar el número de empleos en la agricultura y silvicultura.
El arboricultor dijo que es una idea muy efectiva pensar en tener un árbol frutal.
“Si vas a regar y cuidar un árbol, que te de algo de regreso, como una fruta”, comentó. “Además tener un árbol frutal ayuda a crear comunidades más prósperas, une vecinos, y hasta por qué no, generar comerciantes que decidan vender la fruta que produzcan”.
Ortiz explicó que crecer los árboles frutales es una nueva actividad en su vivero.
“Apenas empezamos. Este es un proyecto nuevo que empezó como un sueño. Empecé a crecer semillas de nanches, zapote negro y ciruelos (frutas que degustan los oaxaqueños). Vi que la gente estaba respondiendo y nos empezaron a buscar porque estaban interesados en nances y otras frutas tropicales que degustan como fruta fresca, en aguas frescas, nieves y hasta con mezcal”, expresó el oaxaqueño.
Ortiz dijo que entre sus clientes está la organización comunitaria no lucrativa Tree People, que regala árboles y plantas a las comunidades más vulnerables.
“Un día llegaron y me dijeron que necesitaban dos mil árboles para regalarlos dentro de los próximos dos años para las ciudades de El Monte, Bell y Compton”, agregó.
El vivero de Ricardo no solo es fuente vital de árboles y plantas para comunidades como la oaxaqueña en el Sur de California.
Durante la pandemia él y su familia se organizaron con miembros de la comunidad para dar despensas que incluían frutas y verduras todos los días a personas que no tenían para comer durante esos días críticos.
En ese tiempo Ricardo recuerda que su vivero vendía más plantas para interiores porque para sus clientes era como una terapia mental el cuidarlas dentro de sus hogares.
El deseo de Ortiz es que cada oaxaqueño tenga una planta o un árbol frutal en su vivienda. Se estima que viven en la ciudad de Los Ángeles al menos unos 250 mil inmigrantes indígenas de ese estado del sur de México.