- Marchan pidiendo no ser objeto de estereotipos que dañan a la comunidad indígena y piden reformas para trabajar por su justicia en la sociedad.
Los Ángeles, Cal.- Desde la infancia los indígenas oaxaqueños han sido objeto de discriminación e incidentes de odio racial por el color de su piel morena, su estatura y su lenguaje, por eso a muchos inmigrantes en Los Ángeles no le es extrañó el haber escuchado un audio en donde concejales de la ciudad les llaman chaparros, prietos y feos.
Las reacciones de la comunidad oaxaqueña indígena han sido en su mayoría de enojo y tristeza.
Ignacio Cano es un inmigrante oaxaqueño indígena zapoteco de la comunidad de Macuiltianguis, su trabajo como activista dentro de su comunidad es reconocido y ha sido presidente de una de las organizaciones más antiguas de oaxaqueños inmigrantes residentes de la ciudad, la Organización Regional de Oaxaca (ORO).
Él y muchos miembros de la comunidad inmigrante indígena serrana oaxaqueña y de otras regiones del estado de Oaxaca participaron el pasado sábado 15 de octubre en una marcha que atravesó el corazón de la ciudad de Los Ángeles para hacer una protesta en la alcaldía.
La protesta congregó a miles de oaxaqueños inmigrantes y a sus hijos nacidos aquí y fue en respuesta a los comentarios racistas de Nury Martínez, ex presidenta del Concejo de Los Ángeles y del ex presidente de la Federación de Trabajadores del Condado de Los Ángeles, Ron Herrera, quienes renunciaron por la presión de la comunidad, luego del audio filtrado y hecho público por Los Ángeles Times.
Martínez, Herrera y los miembros actuales del concilio de la ciudad, Gil Cedillo y Kevin de León, participaron en una conversación para hablar del proceso de redistribución de distritos electorales.
La conversación fue más allá, y en un lenguaje racista se habló de los afroamericanos y oaxaqueños residentes en el área de Koreatown, un área de Los Ángeles en la que no sólo convergen los oaxaqueños sino otros latinos, la comunidad salvadoreña y asiática.
Pero en el área, los oaxaqueños son notorios por ser parte de la comunidad con un corredor de negocios que se extiende por toda la calle Pico y la Ocho.
Cada año, en agosto, sobre las calles Pico y Crenshaw realizan un desfile llamado “La Calenda” previo a la fiesta de la Guelaguetza que se efectúa en el mes de agosto desde 1987, solo suspendida 3 años por la pandemia.
En esas Guelaguetza ha participado como invitado especial el concejal Gil Cedillo, quien ha entregado reconocimientos a los organizadores de la fiesta racial indígena, la ORO.
La relación de Cedillo con la comunidad oaxaqueña no solo ha sido con la asistencia a eventos, sino que juntos han participado en la limpieza de las calles Pico y Unión, el lugar donde nacieron las maras (pandillas) y donde se ubica el parque Toberman, que es ocupado por la comunidad deportiva oaxaqueña amante del baloncesto.
Por eso a Luis Carmen, uno de los líderes deportivos oaxaqueños y presidente de la Banda de Santa María Xochitepec, fundada por inmigrantes zapotecas en 1969 en Sur de California, se siente traicionado por Cedillo y desilusionado por la política de los concejales locales latinos.
“Estoy arrepentido de haberlos apoyado. La política es muy mala, de frente te tratan bien y por atrás te dicen que te vayas”, comentó Luis quien dice que desde siempre los oaxaqueños inmigrantes han sentido discriminación racial y en muchas ocasiones son víctimas de incidentes de odio verbal no solo en sus lugares de trabajo sino en el deporte que ellos más aman y practican, que es el básquetbol, por los mismos mexicanos y latinos inmigrantes.
“Los jugadores del norte de México (inmigrantes también) te dicen pinche ‘oaxaquita’ o nos nombran ‘enanos’. Nos minimizan dentro de los torneos de baloncesto. Pero no es de ahora ni de ayer”, comentó.
Luis dijo que sienten la discriminación aún más cuando ellos hablan su lengua nativa zapoteca en público.
“Nos miran y nos dicen que somos bichos raros”, dijo al señalar que aunque personalmente no le importa que otros hablen mal o sea objeto de burlas, siente el racismo verbal que enfrentan los jóvenes oaxaqueños.
“Yo no les pongo mucha atención porque sé que con el trabajo que hacemos es con lo que los callamos”.
Luis, en lo personal, también dijo ha sufrido la discriminación racial en un antiguo trabajo en el que no le dieron un puesto de ascenso a supervisor por ser de color moreno y bajito.
“El puesto se lo dieron a un tipo alto y güero”, dijo Luis quien desde entonces ha luchado en contra del racismo laboral en su sindicato Service Employers International Unión (SEIU) Local 1877.
La misma lucha contra el racismo es lo que hizo a Cano salir de su hogar en Arcadia, al Norte de Los Ángeles, para participar junto a miles de oaxaqueños en la marcha hacia la alcaldía.
Cano dijo que no debe haber cabida para el odio y racismo en la ciudad de Los Ángeles, que es multirracial.
“No debe existir, cuando alguien nos falta el respeto debemos manifestarnos y alzar la voz. No debemos dejar que alguien nos humille y nos falte el respeto, mucho menos los concejales que hemos apoyado y deben de servirnos”, dijo Cano.
E indicó que esos tres concejales no merecen estar en el concilio. “No es lugar para ellos, tienen que dejar el lugar para alguien que respete a sus votantes, porque somos indígenas con dignidad y merecemos ese respeto”. Y “no podemos tolerar el racismo”, añadió Cano.
El activista confesó que los indígenas desde sus entidades parecen de racismo al llegar de sus comunidades a las ciudades.
“Aquí estamos trabajando y contribuyendo para el crecimiento de la ciudad y no se puede tolerar el racismo en el concilio de Los Ángeles”, reafirmó nuevamente Cano, quien está casado con una mujer blanca de origen suizo y tienen dos hijas una de 16 y 19 años.
“Lo que les inculcamos a nuestras hijas es el respeto. Ellas están conscientes que no debe haber diferencias. Como humanos debemos tenernos respeto entre unos y otros no importa el color”, dijo el inmigrante que tiene 35 años como residente de Los Ángeles.
Según estimaciones del Instituto Oaxaqueño de Atención al Migrante (IOAM), que es la institución oficial del gobierno oaxaqueño, de más de un millón de inmigrantes oaxaqueños radicados en Estados Unidos, aproximadamente unos 800 mil están asentados en el Sur de California, en su mayoría indígenas zapotecos.
SE MANIFIESTAN
El pasado 19 de octubre, un grupo de destacados profesionales oaxaqueños inmigrantes zapotecos y mixtecos entre ellos egresados de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), Universidad de Oregón, Universidad de Irvine, Universidad Estatal de California en Northridge, Universidad de Washington y Universidad de Harvard, entre otras, firmaron una carta que enviaron al Ayuntamiento de Los Ángeles manifestando que los pueblos indígenas enfrentan un racismo estructural que se extiende por toda América Latina y por comunidades latinx en Los Estados Unidos.
La capacidad de hablar español en México o la capacidad de hablar inglés en los EE. UU., junto con el tono de la piel, está relacionada con la riqueza, el acceso a la educación e incluso la longevidad, señalan los firmantes.
E indican que mientras que la tasa de pobreza de los inmigrantes mexicanos es casi tres veces mayor que la de los blancos estadounidenses, 29 % frente a 11 %, entre los indígenas mexicanos, 9 de cada 10 viven en la pobreza.
Los firmantes proponen al Ayuntamiento 3 acciones en la búsqueda de justicia indígena:
Crear un Consejo de Trabajo Indígena. No permitir el uso de las palabras “oaxaquita e indito” porque se utilizan para describir a los pueblos oaxaqueños como racialmente inferiores y finalmente plantean el patrocinio de anuncios públicos que honren a las comunidades indígenas.
El aporte de las comunidad indígena oaxaqueña inmigrante va más allá de su trabajo en los campos agrícolas, en las fábricas, en los restaurantes y en la limpieza, son también las nanas, quienes cuidan con amor a los hijos de los estadounidenses y aportan su cultura y su gastronomía tan rica como una tlayuda y un mezcal.
Iván Vásquez es un empresario oaxaqueño restaurantero y chef de comida oaxaqueña que tiene 3 restaurantes y está a punto de abrir un cuarto llamado “Madres”.
Dijo que la comunidad latina tiene que entender que los oaxaqueños se han ganado un lugar y reconocimiento a lo largo de las primeras generaciones de inmigrantes (en la década de los 40’s).
“Nosotros le damos riqueza a la ciudad, con nuestra comida y cultura, y es increíble que no reconozcan esto. Qué malo que nos pasó a nosotros, los oaxaqueños, en estos tiempos difíciles, pero qué bueno porque no saben la voz que tenemos y ahora la sacamos el sábado en la marcha, y ojalá y no le pase a otro grupo indígena de Los Ángeles”, opinó.
El chef oaxaqueño quien emigró a los 16 años a Los Ángeles, hoy de 41 años, dijo “de lo malo rescato que ahora tenemos voz y podemos demandar ciertas cosas como lo estamos haciendo”.
Vásquez afirmó que contrario de dividir a las minorías, los comentarios racistas contra afroamericanos y oaxaqueños, los están uniendo. El jueves 20 de octubre el restaurante del chef oaxaqueño dio comida a los manifestantes de la organización Black Lives Matter (Las vidas negras importan) que se encuentran frente a la casa de Kevin de León, quien se disculpó, pero ha dicho que no renunciará a su cargo.