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Advierte Sabina que no volverá a escenarios mientras haya mascarillas y no se fume

Por Adela Mac Swiney González

Madrid, 5 Octubre (Notistarz).- Tras depositar hoy en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes de Madrid un legado formado por numerosos objetos, el cantautor español Joaquín Sabina afirmó que no piensa volver a los escenarios “mientras la gente tenga que ir con mascarilla, no pueda fumar” o juntarse por el coronavirus.

Auguró que eso no ocurrirá al menos en un año y medio, sobre todo en Hispanoamérica, “pero sí volveré para decir hola y adiós”, aunque dejó claro que “me encuentro bien, sobre todo por haber sobrevivido” a la situación de pandemia.

Sabina depositó hoy en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes de Madrid un legado formado por numerosos objetos –manuscritos, libros, fotografías, dibujos, y su clásico bombín– que repasan la larga trayectoria musical y poética de uno de los grandes referentes actuales de la cultura española y en español.

El polifacético artista de Úbeda, Jaén, sur español, guardó el legado en la caja de seguridad número 1237 de la cámara acorazada, en un homenaje en el que le acompañaron el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero; la presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxell Batet; el escritor Benjamín Prado y la periodista Nativel Preciado.

Como ejemplo de su poesía legó una primera edición de su libro “Ciento volando de catorce” con una dedicatoria manuscrita que reza: “Para el Instituto Cervantes por ser tan mi casa. Siempre”. El volumen, editado por Visor, cuenta con prólogo de García Montero. Sabina lo escribió en 2001, a raíz de una crisis producida por problemas de salud.

También dejó el original manuscrito de una de sus canciones más icónicas, “Que se llama soledad”, al que definió como “mi soneto favorito”, junto con otra copia impresa del mismo.

Su perfil como pintor quedó patente en cuatro dibujos originales de su autoría: unos gallos de pelea muy coloridos y un hombre y una mujer frente al mar en Asturias.

Además, cuatro fotos enmarcadas de su álbum personal que representan momentos esenciales de su carrera artística: aparece con Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Adolfo Bioy Casares y una imagen del llamado “grupo de Rota” (por el lugar de Cádiz donde veranean) con García Montero, Almudena Grandes, Benjamín Prado, Chus Visor o Felipe Benítez Reyes, entre otros amigos.

Tampoco faltó el bombín que le ha acompañado en sus actuaciones en directo, hasta convertirse en una especie de firma alternativa y tras posar con él puesto ante los fotógrafos, quedó guardado dentro de una gran sombrerera blanca con el sello del establecimiento londinense donde lo compró, en St. James Street.

También quedaron bajo llave en una de las cajas más grandes (junto a un legado de Les Luthiers) los dos primeros ejemplares de la revista literaria argentina “Sur”, en representación de la colección completa (los 371 números) que donó al Cervantes, y que se guardará en su Biblioteca Patrimonial.

“Sur” fue una publicación de referencia cultural entre 1931 (fecha en la que la fundó la escritora Victoria Ocampo) y los años setenta, aunque siguió publicando ejemplares hasta 1992. En ella escribieron autores en español de la talla de Borges, Bioy Casares, Alfonso Reyes, Ortega y Gasset, Octavio Paz, Gómez de la Serna, Sábato, García Lorca, García Márquez, Gabriela Mistral, Silvina Ocampo o Neruda, entre muchos otros. Y también, exiliados españoles que huyeron a raíz de la Guerra Civil.

Sabina desveló que García Montero le envidiaba el manuscrito de García Lorca que posee y esta valiosa colección que ha sabido conseguir y mantener en perfecto estado y que “no he visto en ninguna biblioteca del mundo”. El cantautor había ofrecido a García Montero regalársela para él o para el Instituto Cervantes, y el poeta granadino eligió esta segunda opción “con una generosidad no frecuente entre bibliófilos”.

“Es la primera vez en mi vida en la que en una institución de tanta prosapia me siento como en casa”, sentenció, para añadir que “nuestra mayor riqueza, y no solo cultural, es el idioma”.

En la segunda parte del homenaje, el músico desgranó su trayectoria creativa azuzado por dos incondicionales: el escritor Benjamín Prado y la periodista Nativel Preciado.

“No recuerdo un solo momento de mi vida en que yo decidiera que iba a ser cantante, nunca. Mi principal pasión era y es leer”, rememoró. “Lo de cantar fue viniendo solo, primero para ganarme la vida” y después con el objetivo de mejorar y dignificar las letras de las canciones de la época, que estaban “faltas de magia y de literatura”. De ahí el nacimiento de “La Mandrágora” con Javier Krahe.

García Montero elogió la capacidad del cantautor para complementar el lenguaje literario y el de la calle, como hicieran siglos atrás, dijo, Juan de Mena al abrirse a la lírica popular, Lope de Vega cuando se alejó del culteranismo barroco, o Juan Ramón y Antonio Machado “cuando el modernismo empezaba a oler a cerrado”.

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