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Inmigrantes víctimas de patrón abusador y racista piden reforzar leyes

  • Ganaron demanda, pero aún no han recibido el pago de la indemnización.

Los Ángeles, Ca.- Cinco víctimas de abuso laboral y algunas de ellas de violación en repetidas ocasiones y por varios años en su lugar de trabajo, tiempo en los cuales vivieron bajo la sombra de la intimidación, el miedo, la explotación y la amenaza de ser deportadas exigen cambios en las leyes para prevenir que los abusadores evadan la justicia y no paguen por sus crímenes y continúen siendo una amenaza para la sociedad.

En entrevista con Impulso Newspaper, Ángela y Florencia a quienes llamaremos así para proteger su identidad, revelaron el tormento, el acoso, la discriminación, el racismo y la violencia constante en que vivieron al trabajar en el restaurante Art’s Wings and Things ubicado en Crenshaw Blvd. casi esquina con Stocker St., en la ciudad de Los Ángeles.

Ángela de 58 años de edad y originaria de México denunció que el propietario del mencionado restaurante, Arthur Lee Boone, la violó y abusó sexualmente de ella en varias ocasiones por alrededor de diez años.

“La primera vez que él me violó fue en la bodega del restaurante, yo misma estaba en shock, me quité el mandil con ganas de irme en ese momento pero recuerdo que él no dejó que me fuera, me dijo; ven, vas a acompañarme al mandado del local, por eso recuerdo muy bien todas las calles que recorrimos hasta llegar a Costco, la verdad yo iba llorando, con la cabeza que me quería estallar y con mucho, mucho coraje”, reveló con la voz entrecortada por el llano contenido y dijo “recuerdo que yo en la noche lloraba mucho”.

“Desafortunadamente el miedo y la necesidad”, admitió Ángela con la voz en un susurro. “No pude salirme de ese lugar tan fácilmente como yo hubiera querido, no encontraba la puerta porque yo sí andaba buscando hacerlo, al mismo tiempo que estaba trabajando pensaba, en cuanto mis hijos cumplan la mayoría de edad y sepan como trabajar, me voy a salir de inmediato y pensando así fue como soporté todo, ahorita gracias a Dios ya todos crecieron”.

Expresó que como madre divorciada con 6 hijos (3 niños y 3 niñas cuyas edades oscilaban entre los 5 años a 14 años) no podía dejar de trabajar porque tenía que pagar la renta, los ‘billes’ y cumplir con sus responsabilidades como mamá para lo cual no contaba con ningún tipo de ayuda, ni siquiera del padre de los menores.

Dos de las víctimas inmigrantes.

“En ese tiempo yo no tenía documentos de este país y él (Arthur Lee Boone) muchas veces me amenazó con echarme la ‘Migra’ y a veces agarraba un traste y lo aventaba al piso muy enojado y también agarraba las sillas entonces no sabía que eso era violencia en el trabajo, yo trataba de mantener la calma y les decía a las demás compañeras porque éramos 5, que lo ignoraran, pero algunas de ellas comentaban que les temblaba el cuerpo”, comentó Angela agregando que él siempre acostumbraba traer consigo armas de fuego.

Indicó que ella continuó soportando todo hasta el momento en que estando trabajando en el otro restaurante que su jefe tenía en el área de Century Blvd., le dijo que les iba rebajar el sueldo, lo que hizo que todo estallará en su interior, dándole el coraje suficiente para dejar el trabajo y presentar dos demandas contra Arthur Lee Boone por abuso sexual y robo de salario.

“Allí fue cuando me dije: No, no más, me salí del lugar y me quedé en el carro llorando mucho rato, – eso sucedió en el 2013-, entonces les llamé a mis compañeras y les dije que ya no iba a trabajar en el restaurante y les informé que iban a rebajar los sueldos”, comentó Angela. “Entonces todas nos juntamos e hicimos el miedo a un lado para demandarlo”.

“Él no nos pagaba a tiempo la quincena y nos adeudaba el salario de 2 quincenas y además quería rebajar el sueldo cuando trabajábamos en ese lugar desde las 9:00 a.m. hasta las 11:00 p.m. sin pago de horas extras pese a ser un negocio muy ocupado”, explicó. “Él quería que todo lo hiciéramos muy rápido entonces terminábamos con mucho cansancio físico y emocional”.

Apuntó que cuando dejó de trabajar en ese negocio comenzó a tomar varias terapias y busco afianzarse más a su fe católica porque no quería hablar del trabajo porque le daba miedo, y resaltó que mientras estuvo laborando en ese lugar nunca le dijo a nadie de las violaciones sexuales de que era víctima porque era algo muy duro para ella, por lo que fue hasta después que se enteró que también le sucedía lo mismo a otra de sus ex-compañeras y a la hermana de ella.

“Yo le tenía un pánico al señor tan horroroso, tan horroroso, que aún cuando había salido de ese lugar todo lo que le ocurría a mis hijos como un accidente en motocicleta y cosas así, todo lo sentía asociado con él y solía mirar a todos lados para ver si él no andaba cerca en su vehículo, porque sentía que nos estaba espiando”, reveló Ángela. “La sensación que tenía en ese momento era de un miedo horrible y todo lo que me sucedía me afectaba mucho”.

Recalcó que cuando ella y sus ex-compañeras andaban buscando ayuda legal les decían que su caso no era tan grande, y agregó que en privado ella le dijo al abogado que era víctima de abuso sexual por parte de su entonces jefe y el abogado le dijo que eso era muy difícil de comprobar y que no se gana dinero por lo que nadie iba a querer agarrar su caso individual, ni el de todas en conjunto.

“Nos salimos de allí y yo estaba llorando porque sentía que no había justicia para nosotras”, comentó. “Pero como me sentía responsable de mis compañeras que también renunciaron cansadas de los abusos fuimos a la Comisión de Trabajo y allí nos ayudaron a conseguir un abogado de la organización Bet Tzedek”.

“Mi caso por robo de salario se ganó por más de 400 mil dólares y por el caso de abuso sexual se ganó por más de un millón de dólares pero hasta ahora no me han pagado nada”, afirmó Ángela con mirada triste. “También se ganó la demanda laboral colectiva pero nadie ha recibido el pago de su compensación porque el dueño del restaurante cambio el nombre de sus negocios y de la corporación,  y una ex-compañera me dijo que al parecer ahora operan bajo el nombre de su hermano para evitar pagarnos a nosotras”.

Informó además que ella logró obtener su residencia legal en este país debido a que fue víctima de violencia doméstica por parte de su entonces esposo, pero que desconocía que sus compañeras calificaban para un alivio migratorio.

Por su parte, Florencia, quien es originaria de Oaxaca, México y tiene 41 años de edad, añadió que ella ganó la demanda laboral por 25 mil dólares por robo de salario y porque no se les respetaba los tiempos para comer y de descanso aunque aclaró que al igual que Angela tampoco ha recibido su pago y reconoció que ella no interpuso una demanda por acoso sexual en contra de Boone porque tenía mucha vergüenza y se sentía terrible.

Recordó que cuando entró a trabajar en el restaurante Art’s Wings and Things sufrió de mucha discriminación, racismo, abuso laboral e incluso tuvo que afrontar algunos tocamientos indeseables e inesperados por parte del dueño y jefe del local.

“Desde que yo entré a trabajar allí hubo mucha discriminación, por ejemplo yo no hablaba inglés y el señor siempre se burlaba de mi por eso y a veces él se alteraba y se enojaba mucho incluso cuando estaba tomando mi lonche, en muchas ocasiones no respetaba nuestros descansos y nos exigía que nos pusiéramos a trabajar, para él lo más importante era su negocio, sus clientes”, destacó Florencia. “Nosotras teníamos derecho a comer y a tomar descansos y eso no se respetaba”.

Aseguró que los 5 años que estuvo trabajando allí, desde el 2008 hasta el 2013, ella perdió mucho peso porque casi no comía nada porque vivía con constante miedo.

“Él nos gritaba mucho, nos insultaba mucho, nos decía eres una indocumentada, si tú te vas no vas a conseguir otro trabajo, no hablas inglés, me decía muchas cosas negativas”, recalcó Florencia. “Yo entraba a trabajar a las 9:00 a.m. y cerraba el restaurante a las 10:30 p.m. y esperaba que yo sola en media hora limpiara el refrigerador, la campana de la cocina, la freidora que estaba caliente y a veces tenía accidentes y me quemaba pero a él no le importaba sólo me apuraba y nunca nos dió nada de equipo de protección”.

“Como yo era la encargada del local de Stocker y Crenshaw tenía que cerrar y a veces él se quedaba conmigo a solas y eso me daba más miedo porque se me acercaba de repente y me quería estar tocando y cuando yo le decía que no, el señor se enojaba”, mencionó con los ojos nublados por las lágrimas contenidas. “Otra cosa que me asustaba mucho era que él siempre cargaba pistolas, él me amenazaba y decía que si yo hablaba, iba a ir con mi familia y que a mí no me iban a creer porque no tenía pruebas y que me iba a lanzar a la ‘migra’, entonces muchas veces yo lloraba en las noches”.

Mencionó que con el padre de su hija no podía contar para nada porque sufrió violencia doméstica con él y hasta le pidió que abortara, lo que también la hizo quedarse en ese trabajo a pesar del temor constante en que vivía.

“Yo estuve laborando allí por varios años porque era madre soltera y tenía que afrontar los gastos de mi hija que cuando entré a trabajar a ese local, tenía un mes o menos de nacida, o sea, aún no terminaba la cuarentena cuando tuve que cargar cosas pesadas”, añadió Florencia. “Yo no dejaba ese trabajo porque lo necesitaba, no tenía mucho de haber llegado a Estados Unidos y nadie me iba a tender la mano y a pagar la renta por mí”.

“Cuando me subió el salario un dólar me dijo que yo le pertenecía y que tenía que hacerle cosas que yo no quería, él trato de abusar varias veces pero siempre logré evitarlo”, aseveró y agregó que hasta el momento no ha arreglado su situación migratoria porque no sabía que podía calificar para hacerlo.

El periódico Impulso acudió al local del restaurante ubicado entre las calles de Stocker y Crenshaw en Los Ángeles para tratar de entrevistar al señor Arthur Lee Boone y fue imposible hacerlo porque ese lugar está clausurado y abandonado, por lo que tratamos de comunicarnos con el empresario por teléfono pero nos cortó la comunicación y el otro número telefónico que se nos proporcionó nos mandaba directo al buzón de mensajes donde se lo dejamos pidiendo que se comunicara con nosotros, pero hasta el momento no hemos tenido ninguna respuesta.

SEGUIRÁN LA LUCHA PARA LOGRAR JUSTICIA

Tanto Ángela como Florencia anunciaron que continuarán luchando hasta lograr que se efectúen cambios en las leyes que las hagan más estrictas y las sanciones sean más fuertes para los patrones abusadores y los agresores sexuales para que sus víctimas reciban una justicia efectiva y verdadera, así como el dinero que se les adeude por compensación al daño que les ocasionen.

Comentaron que sus casos siguen abiertos y que continuarán luchando hasta lograr obtener su pago, ya que consideraron injusto que su ex –jefe se aproveche de los huecos en la ley para evitar pagarles la compensación dictada por el juez que resolvió sus casos, además agregaron que presuntamente el abusador sigue operando en la industria restaurantera.

Cabe mencionar que cualquier víctima de violencia doméstica y/o de ataques de odio puede dirigirse a Chirla (Coalición de Derechos Humanos de los Inmigramtes) al número de teléfono 1 (888) 624 – 4752 o a CARECEN al número de teléfono (213) 285 – 7800 donde le podrán ofrecer ayuda y orientación para resolver su caso, así como también de los beneficios migratorios a los que puede acceder.

Los incidentes de odio se pueden reportar al Departamento de Derechos Civiles de California o se puede llamar al (833) 866-4283 o al 833-8-NO-HATE, de lunes a viernes de 9 a. m. a 6 p. m. Fuera de ese horario, las personas pueden dejar un mensaje de voz o llamar al 211 para denunciar un incidente de odio y buscar el apoyo de un profesional capacitado.

De acuerdo a las estadísticas de 2022 del Departamento de Justicia de California, la cantidad de eventos de crímenes de odio han aumentado y bajado en la última década siendo el 2014, el año con menos casos con 758.

En tanto que esos eventos de crímenes de odio aumentaron 20.2 por ciento al pasar de 1,763 en 2021 a 2,120 en 2022.

El número de víctimas de crímenes de odio reportados ascendió a 13.5 por ciento al pasar de 2,180 en 2021 a 2,474 en 2022. 

Los eventos reportados de crímenes de odio raciales en general aumentaron 11.4 por ciento, es decir que de 1,165 en 2021 pasaron a 1,298 en 2022.

Los eventos de crímenes de odio registrados en el 2022 en contra de los latinos fueron 210 casos lo que representa un aumento del 9.9 por ciento y el número de víctimas de esa raza por ese mismo motivo ascendió a 265 casos lo que equivale a un alza de 10.7 por ciento.

Los reportes a la línea directa CA vs Hate, se pueden realizar de forma anónima llamando al (833) 866-4283 o al 833-8-NO-HATE, de lunes a viernes de 9 a. m. a 6 p. m.

Denuncia el odio llamando al (833) 866-4283 o al 833-8-NO-HATE, se pueden realizar de forma anónima de lunes a viernes de 9 a.m. a 6 p.m.

Información adicional en: https://www.cavshate.org/ (eligiendo español como idioma)

Nota: Este informe es parte de la serie de trabajos que desarrolla Impulso Newspaper con Stop The Hate (STH), gracias a la financiación proporcionada por el Estado de California y administrado por la Biblioteca del Estado de California (CSL) en asociación con el Departamento de Servicios Sociales de California y la Comisión de Asuntos Estadounidenses de las Islas Asiáticas y del Pacífico de California (CAPIAA).
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