Nunca en la historia de los mares, los océanos habían sentido el peso de portaviones, barcos de Guerra, buques llenos de tropas, embarcaciones repletas de tanques, camiones, destructores, detectores de minas y submarinos. Todos en perfecta alineación avanzan, en un silencio sólo interrumpido por el golpeteo de las olas. Todos en dirección a las Islas Británicas donde van a enfrentar a un enemigo que no sospecha su llegada.
Esa armada flotante fue la respuesta del Presidente de Estados Unidos Franklin Roosevelt en 1942 a las súplicas que durante dos años le hizo el entonces Primer Ministro de Inglaterra Winston Churchill durante la Segunda guerra mundial.
Churchill divisó en todo su esplendor la ayuda que la poderosa y joven nación del nuevo mundo enviaba para salvar al viejo mundo de los ataques de un invasor que amenazaba con la destrucción completa de esa parte del Continente.
La historia de la guerra del Siglo XX se repite en el Siglo XXI, un país pequeño en extensión y con poderío limitar limitado, es invadido por una potencia mundial y su Presidente Volodomir Zelenski Presidente de Ucrania suplica casi a diario, como lo hizo en su momento Churchill, al gigante del Norte que le ayude con el armamento que necesita para detener al invasor que ha probado ser un asesino implacable.
Para horror de los ucranianos lo que divisan en el horizonte no es la armada de Estados Unidos que llega a su auxilio, todo lo contrario en una escena macabra que cubre 8 millas, por el Este se aproxima un contingente de armamento ruso, Tanques, misiles y miles de soldados. Confiados en la victoria por su superioridad en armamento y en infantería.
Por ninguna parte se divisa la visión salvadora, la misma que salvó a Europa de un completo genocidio, la armada de Occidente no aparece por ninguna parte y los ucranianos resignados se preparan a enfrentar al enemigo con lo que tienen. Las probabilidades de vencer al segundo ejército más poderoso del planeta son muy pocas.
Los hombres se despiden de sus esposas, las madres bendicen a sus hijos y las hermanas lloran sobre el hombro de sus hermanos. Muchos se sienten abandonados por Occidente.
Ucrania sigue todavía en pie, ¿Pero que tanto más puede soportar antes de caer bajo la artillería y bombardeo incesante de los invasores? Los rusos pueden cruzar con toda libertad los mares y usar sus aviones para bombardeos indiscriminados desde las alturas. Con precisión quirúrgica sus misiles y bombas han reducido a escombros: Hospitales, estaciones de trenes, escuelas, estancias infantiles, asilos de ancianos, teatros, centros comerciales, estadios deportivos, bibliotecas y universidades.
A los miles de muertos por las explosiones se une el saldo de las mujeres violadas, civiles torturados, ancianos y niños asesinados, los cadáveres apilados en fosas comunes.
Aún con todo esto, Estados Unidos sigue firme en su negativa de enviar aviones a los ucranianos para defender su espacio aéreo. Confiado en que las sanciones económicas debilitarán la posición del líder ruso.
Vladimir Putin ha sido muy claro en su objetivo: acabar con los anti rusos ucranianos, diseminar el gobierno actual y hacer todo lo que tenga que hacer para que su ejército llegue a Kyv, la capital de Ucrania y declarar Victoria.
El líder de Rusia no va a retroceder, a menos que alguien se lo impida, hasta ahora la única potencia capaz de detenerlo, está en veremos.
- La autora es reconocida escritora y periodista latina en Estados Unidos.