Los Ángeles, Cal.- Maritza Sánchez es una de las integrantes muxes de la comunidad oaxaqueña inmigrante que el domingo 19 de febrero celebró su fiesta de cumpleaños 50, en el que resaltaron las relaciones de respeto, tolerancia y amor que debe haber desde el seno familiar para los grupos LGTBQ+.
Sánchez habló de sus orígenes zapotecas en Santa Ana del Valle, perteneciente al distrito de Tlacolula, en Oaxaca, y que al nacer varón sus padres Santiago y su mamá Martina Sánchez le pusieron por nombre Hugo, para en su juventud adoptar el nombre muxe de Maritza.
Ella a los 14 años emigró de su pueblo zapoteca junto con un grupo de 12 jóvenes oaxaqueños para irse a trabajar a Tijuana donde fue abusada laboralmente por un paisano oaxaqueño de Macuilxóchitl que se dedicaba a llevar jóvenes de varias comunidades zapotecas de Tlacolula a la frontera con Estados Unidos.
“Eran los 90’s, iban a buscar jóvenes para trabajar a Tijuana. Lo pintaban bonito, decían que solo era para trabajar, pero llegando ahí nos vendían a diferentes patrones”.
Narra que estando en la ciudad fronteriza a ella le tocó una familia oaxaqueña de Teotitlán del Valle que se dedicaba a la venta de tapetes de lana y que vivía con 8 jóvenes de entre 14 y 16 años en una casa de la que no podían salir más que para ir a trabajar en la venta de las artesanías.
En Oaxaca, la mayoría de las comunidades zapotecas del Valle de Tlacolula se dedican a la producción de artesanías como una forma de obtener ingresos ante la pobreza o para complementarlo con la agricultura.
Maritza recuerda que una vez los jóvenes escaparon para ir a comprar golosinas y uno hombre de seguridad detuvo a uno de ellos, por lo que tuvieron que hablarle a su “patrón” para que lo rescatara. Eso bastó para que todos recibieran una paliza y los mantuvieran sin comida.
Para Maritza eso era casi normal porque argumenta que desde niños casi todos recibían golpes de los padres.
“Nunca hubo un apaga, al contrario, las ventas se las entregamos al dueño por hospedaje. Yo cuatro meses estuve en huaraches. Hasta que supieron mis primos que vivían aquí en Torrance y llegaron a Tijuana. Y me escape de ahí”.
En los 90’s dice que era difícil vivir siendo un joven muy femenino y convivir con otros jóvenes de la comunidad que generalmente trabajaban en restaurantes.
“A los 17 años me llevaron a un night club para estar con una muchacha para que fuera hombre”, recuerda al decir que en una ocasión en 1991 tuvo un incidente de odio por parte de un muchacho que era supuestamente su amigo, pero como otros jóvenes los veían juntos le hacían burla y eso enojo al “amigo” y lo golpeó.
“Yo ve vestía de mujer y siempre habían burla e incidentes de odio. Tener un gay en la familia era para que te tacharan que tenías SIDA. Había mucha homofobia. Sabía que eran ignorantes pero yo me escondía y vestida de mujer tenía que cubrirme con una sábana. Por eso me salí de los oaxaqueños y me fui a vivir con un tío.
En algún momento me fui con un amigo trasvesti. Yo también quería vestirme de mujer, los otros eran gais, ellos tampoco no toleraban un transexual y ellos se identificaban como gay vestidos de vaqueros”.
Maritza dice que a los trasvestis no les gusta salir con transexuales- que son más apegados a una mujer por su apariencia: tienen pechos, cabello largo, etc. y el trasvesti solo se viste de mujer de vez en cuando.
Ella empezó a salir a los bares vestida de trasvesti y en 1993 inició su proceso de hormonas para ser mujer. Un año después concursando en un bar como Miss 740 fue que la bautizaron con su nombre de Maritza en referencia a una Miss Venezuela, antes le llamaban la “Huga”.
La coronación como reina muxe
De vuelta a su comunidad en el 2014 Maritza fue coronada como reina muxe de Los Ángeles.
Muxe es una palabra zapoteca del Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, que se da a una persona nacida con sexo masculino pero que asumen roles femeninos en su vida diaria.
En una familia tradicional de esa región del estado de Oaxaca, el muxe es considerado por su madre como el mejor de sus hijos porque nunca abandonará a los padres cuando pasan dificultades o en la vejez.
En el Istmo suele ser parte de su cultura, usos y costumbres las Velas, al igual que en pueblos de origen zapoteca; es una festividad que se instituyó en la época de la Colonia y con la cual se festeja la entrega de las velas que han sido elaboradas para la iluminación del templo católico en las conmemoraciones solemnes.
En el Istmo las Velas tienen un toque pintoresco con el convite o desfile de la gente por las calles hasta el templo y luego un gran baile en la que participan “madrinas” o “capitanas” de la vela.
Aquí en la ciudad de Los Ángeles, el evento de la Vela Muxe, que es para elegir a la reina de la comunidad gay, fue organizado por primera vez por el grupo de danza Nueva Antequera que es presidido por Miriam López y Raúl Cortes, destacados oaxaqueños promotores de la cultura y las danzas tradicionales oaxaqueñas.
“Gracias a Nueva Antequera y a la Vela Muxe por darme visibilidad en la comunidad muxe/comunidad gay aquí en Los Ángeles”, señaló Maritza en la celebración de su cumpleaños.
“Mi agradecimiento a todos los que forman este gran grupo y orgullo oaxaqueño”, dijo al agradecer también al programa radial “Crónicas en Oaxacalifornia”, que se transmite por internet en Facebook y TikTok e Instagram a las 9 noche todos los miércoles.
“Crónicas me ha llevado de la mano y me ha enseñado muchísimas cosas. Gracias por darnos una voz más y tener un programa que habla de la cultura, arte y de promover nuestra tierra en este país”.
Maritza es una de las locutoras que participa desde hace 3 años en el programa hablando su lengua materna y lo mismo hace entrevistas que da consejos y advertencias a la comunidad en zapoteco.
Sus compañeros son Cristina Ramírez, fundadora con Johny Guevara, y Esther Hernández, Ricardo Hernández y Josué Cuevas y en Oaxaca, Jovani Méndez.
Luego de agradecer a sus invitados especiales en los que se encontraban reconocidos empresarios oaxaqueños, lideres de la comunidad y a sus hermanos muxes como los llamó, Maritza agradeció a su comunidad de Santa Ana del Valle, a sus padres, hermanos, familiares y su tía Estela Sánchez, quien estuvo presente en la celebración.
Después mostro sus dotes de imitadora trasvesti cantando canciones de la famosa interprete mexicana Lucha Villa. Los aplausos de la multitud no se hicieron esperar y mostrando su agradado por la interpretación le pidieron más canciones.
El cambio a muxe del Istmo
Para seguir con el programa que ella misma preparó con la ayuda de sus más cercanos amigos y padrinos, Maritza se apresuró a cambiarse con el atuendo tradicional de las mujeres istmeñas: sedas, encajes, albos resplandores y bellos y complicados motivos ornamentales en blusas y faldas cuyo fondo oscuro en las telas de terciopelo o satín, resaltan las esplendorosas joyas y alhajas de oro puro: collares, cadenas, monedas, afiligranados aretes y arracadas y anillos de brillantes piedras.
Para esta gran celebración, el vestido que lució la festejada fue de color azul marino con aplicaciones de las ya reconocidas mundialmente flores del Istmo que encajaron perfectamente con las grecas utilizadas por los indígenas prehispánicos zapotecas y que para Maritza son identidad de su pueblo Santa Ana del Valle en los tejidos clásicos de los tapetes de lana.
Al referirse a ese singular atuendo, elaborado en la entidad Oaxaqueña, Maritza dice que con este mismo traje quiere que al morir la entierren porque la representa a ella quien se define como muxe y transexual, porque todavía trabaja vestido como hombre en un restaurante de Korean BBQ en Torrance .
Hace una pausa para ponerse los refajos y luego cada una de las piezas que conforman el majestuoso atuendo y sin dejar de sonreír le pregunta a su madrina Miriam -experta en las vestimentas tradicionales oaxaqueñas- que si van quedando de la forma correcta.
La madrina asiente que sí y le pregunta a su ahijada que si se siente “cómoda”.
Maritza dice que su madrina es la que está detrás de la muxe porque si no sería un desastre.
Por su parte la madrina explica que ayudar a vestir a un muxe o a cualquiera es igual porque lleva el mismo procedimiento, sin embargo admite que vestir a las istmeñas es complicado.
Maritza, a quien le gustan las tradiciones oaxaqueñas y el baile, se lleva su tiempo, se coloca bien cada pieza del atuendo y con risas dice que la muxe tienen que esconder la parte de abajo.
La vestimenta del Istmo se dio conocer al ser portado por grandes figuras mexicanas como Frida Kahlo y la cantante Chavela Vargas, y dado a conocer en todo el mundo por la lente de la gran fotógrafa Graciela Iturbide, expositora del Museo Getty.
Pero el traje de Maritza es único y especial y en el día de su cumpleaños la hizo sentir como verdadera reina.
Al salir de la habitación donde se hizo en cambio de ropa, toda la gente invitada volteo a verla. Fue un momento especial para la llamada “Chula de Los Ángeles” por su amigo Natanael Lorenzo Hernández compositor y musicalizador de la película Finlandia y en la que Patricia Alcaraz cantando el tema “Chula”.
La película Finlandia, dirigida por Horacio Alcalá, retrata el tema de los muxes que luchan por el reconocimiento de su género como uno más en la sociedad.
Esta lucha la están dando aquí Maritza y un grupo de muxes que han empezado a organizarse desde las velas Istmeñas celebradas inicialmente en la ciudad vecina de Santa Ana California y ahora con su epicentro en Los Ángeles.
La lucha no es fácil, sostiene porque para ella todavía existen familias que no toleran que sus hijos sean de otras preferencias sexuales, pero indica que hay muchos que ya están más abiertos y tienen respeto a sus hijos tal y como son.
Sin embargo señala que en ciertas comunidades oaxaqueñas inmigrantes se siente todavía la homofobia como con algunos hombres de la región de la Sierra, contrarios a los de la Costa que son más abiertos y los del Valle que ya no tienen tantos prejuicios.
Los problemas de los muxes
Para Maritza muchas personas muxes o gays , tanto en Los Ángeles como en Oaxaca son víctimas de incidentes violentos, se refugian en las drogas, prostitución y sexo, por soledad y porque no tienen el apoyo de su familia.
“No tienes cobijo de la familias y eso te lleva a buscar personas con otras intensiones, personas que están involucradas en drogas y prostitución; en la vida fácil de hacer dinero, divertirte y olvidarte de la situación que realmente tienes”.
Dice que ella no ha sido una blanca palomita, pero es lo más sano posible y sobre todo responsable de su trabajo.
“Quizá no tengo el apoyo total de mi familia, pero soy consciente de lo qué es bueno y lo qué es malo”, enfatizó.
Dijo que muchas veces para no sentirse solas o solos en este país buscan refugios en las drogas tal como le pasó a una querida amiga suya en el 2001 con quien compartía la vivienda.
“Lo que recuerdo es que llegaban personas que andaban en malos pasos.
Una vez estaba un muchacho en la casa, le cuestione porque estaba ahí y me dijo, ‘no te acuerdas que tú lo trajiste’, le conteste que sí, pero que ahora andaba en malos pasos.
El joven andaba descalzo y en mal estado. Era mi amigo, era un cantante de un grupo norteño. Un muchacho de ojos de color, muy simpático, pero cayó en las drogas y ya no era el mismo. No era la persona que habíamos conocido”, manifestó.
Dijo que su amiga veía alucinaciones. “Miraba cámaras en la esquina y en todos lados y cosas raras como animales en la casa como culebras. Y no sabes qué hacer”.
“En enero del 2021, bajo de peso a una delgadez que no estaba bien”. Me dijo que estaba a dieta y le recomendé ir al médico porque estaba extremadamente delgada.
“Fuimos a la fiesta de San Sebastián de las Flores en Santa Ana, California, se veía espectacular , muy bonita” recuerda Maritza, al señalar que en junio hicieron una sección de fotos que llamaron Guelaguetza Muxe con Aldo, Briana y Rene y otros amigos suyos para conmemorar la Guelaguetza, porque no se hizo nada por estar en plena pandemia.
En agosto de ese año comenta que su amigo solo comía chocolate y dulces, y que tenía ansiedad y desesperación, y que la vida juntos era literalmente un infierno.
“Se me parte el corazón al acordarme de la situación porque para mí no era mi mejor amiga solamente sino era como una hija”.
Al tiempo le pido dejar la vivienda y tuvo incluso que llamar a la policía para intervenir porque se mantenía durmiendo y encerrada con todo sucio. “Tenía miedo que hiciera cosas extremas y hable con su familia”.
Maritza dice que lamentablemente no hay apoyo para gente como su amiga o como tantos jóvenes gais que caen en las drogas y la indigencia.
Hace poco tiempo recibió una llamada inesperada de su amigo el cantante norteño, el que andaba en malos pasos y sumido en las drogas.
“Me habló por teléfono y me dio gusto saber que está bien y me dijo sobre mi amiga: ¡hay que buscarla y rescatarla!”