- La escritora oaxaqueña presentó su libro en el Consulado General de México en Los Ángeles “Los colores de la vida: vámonos pa’l norte” el año pasadoy desde entonces siguen sus exitosas presentaciones por todo California.
Por Gabriel Martínez*
Los Ángeles, Cal.- Conocí a Catalina Sánchez en el consulado de México en Los Ángeles. Me obsequió su libro que se llama Los colores de la vida: vámonos pa’l norte. Lo leí. Fue una lectura rápida y placentera.
Quería darle seguimiento para conocer un poco sobre ella y su inspiración para escribir. Después de tantos intentos para coincidir, la cité en la biblioteca pública del centro de Los Ángeles. “Terminaré mi reunión como 4:30 de la tarde” le escribí a la oaxaqueña quien vive en Estados Unidos desde que tenía 25 años. Para mí, las bibliotecas son emporios de conocimientos y espacio adecuado para hablar de literatura.
A la cita llegué más temprano de lo anticipado. Tenía media hora de tiempo libre y lo aproveché para saludar a los viejos amigos del centro de Los Ángeles. En eso estaba cuando me entró una llamada de Catalina, avisándome que ya estaba en la biblioteca. “En 15 minutos llego. Por’fa…” le dije.
Ni había pasado 10 minutos cuando sonó el teléfono nuevamente. Presentí que algo estaba ocurriendo… Entonces apresuré mi diligencia. Al llegar, observé a mucha gente en los alrededores de la biblioteca arquitectónica ubicada entre los rascacielos de las Torres de U.S. Bank con 73 pisos, AON de 63 pisos y California Plaza con 42 plantas que evidencian el triunfo de la ingeniería, la arquitectura y ostenta el poder. Algunas personas cargaban bolsas desechables donde llevaban algunas de sus pocas pertenencias. Otros estaban temblorientos de frío tras la lluvia. La mayoría son indigentes. Tan sólo el condado de Los Ángeles, viven más de 75 mil personas en situación de calle, para algunos, su refugio son las bibliotecas públicas. Arrinconada donde se termina la calle que paradójicamente se llama Esperanza o Hope Street, en pleno corazón Angelino, ahí se encara la riqueza industrial con la pobreza humana de los desamparados sin hogares.
En busca de esperanzas y parabienes, Catalina Sánchez emigró a Estados Unidos. En Los colores de la vida: vámonos pa’l norte, detalla que tuvo que viajar 28 horas en autobús que salió de Oaxaca a Tijuana. Tenía 6 meses de embarazo. La mayor parte del camino viajó parada.
A Catalina la encuentro resguardándose entre el gentío en el patio de la biblioteca. Estaba junto a su hija, Kathy quien diseñó la portada del libro. “Te voy a tomar una foto enfrente de la biblioteca” le dije. “Ando en fachas” respondió tímidamente. “Nada más te aviso, que todo lo que yo vea y escuche, te las voy a registrar desde ahora” le avisé. Después de la foto, teníamos que buscar un espacio alterno para hablar tranquilamente. La biblioteca seguía cerrada mientras los bomberos inspeccionaban el motivo de la activación de la alarma.
Nos fuimos caminando y hablando: “¿Cómo te nació escribir?” interrogué. “Vi que la gente celebraba sus logros” respondió. “El orgullo al ver a sus hijos graduarse, primero de las escuelas preparatorias y luego de las universidades” dijo animada. “Mi hijo se graduó de ingeniería mecánica” dijo orgullosa. “Los oaxaqueños empezaron a tener negocios propios; daban orgullo”. Así fue documentando los sucesos de oaxacangelinos y cuyas páginas que escribía, las compartía con sus conocidos para que las leyeran. “Escribía y la gente se quedaba picada con lo que leían” apuntó. “Tienes que escribir más, me pedían” mientras recordaba los orígenes de su libro. “¡Sí!, me gustaría escribir de mi niñez, cuando iba al río, los recuerdos de mi mamá haciendo tortillas para vender y mi papá haciendo canastos de carrizo” les contestaba la autora de origen de Santa Cruz Papalutla y Santa María Coyotepec. Sin embargo, en un principio le vencía la vergüenza escribir sobre sus limitaciones en México. “En momentos me ha dado pena hablar de la pobreza” apunta. Pero el esfuerzo de escribir y compartir con el público ha sido una de sus grandes satisfacciones.
En las páginas de Los colores de la vida: vámonos pa’l norte, el lector, seguramente, puede identificarse con la autobiografía de Catalina Sánchez cuyos relatos describen el enigma de la vida y desde las entrañas arrancan profundos suspiros.
*Gabriel Martínez es escritor zapoteca, cronista de la diáspora oaxaqueña y periodista.
Catalina firma un ejemplar de su libro y en la presentación en el Consulado General de México en LA. Fotos/cortesía de la escritora.