- Jornaleras temen por su vida, piensan que van a ser zombis o que tendrán problemas de fertilidad, entre otros mitos difundidos por redes sociales.
- Sus precarias condiciones están ligadas a más muertes en ese sector.
Los Ángeles, Cal.- Aumentar los bajos números de vacunación entre la población jornalera y trabajadores de procesamiento de comida en el condado de Kern es todo un reto en el que se aboga por que las campañas de salud del estado se desplacen a sus lugares de trabajo y les den información en su idioma.
Los pocos esfuerzos para llevar la vacunación apenas se notan como el realizado durante la Guelaguetza en Lamont, en que se vacunaron a 600 campesinos durante la celebración.
El impacto de la pandemia por covid-19 ha hecho que se maximicen la precaria situación de vulnerabilidad de la comunidad trabajadora del campo carente de antemano de recursos de salud, vivienda, acceso a recursos de educación y en muchas ocasiones de falta de trabajo y recursos que los ayuden a paliar temporadas de bajo empleo.
Juana Montoya, líder campesina y organizadora de la comunidad así lo revela al igual que Margarita Ramírez, trabajadora indígena mixteca y miembro del Centro Binacional Mixteco durante una video conferencia organizada por Ethnic Media Services el pasado 20 de octubre.
Pero para el profesor asistente en Sociología de la UC de Merced, Edward Flores no es nada nuevo que el Valle Central de California donde esta la mayor zona agrícola, sea un punto neural de la pandemia por covid-19, en donde en el 2020 hubo más muertes y en donde los trabajadores del condado de Kern están en mayor desventaja.
Y es que dijo que los trabajadores no solo tienen las más bajas tasas de vacunación sino que además tienen falta de vivienda, comida, seguridad médica, etc.
“El Valle Central ha tenido un aumento de 26% de incremento de muertes. Esos número no estaban, aunque la población del Valle Central es bastante joven, en su mayoría niños”, sostuvo, al hablar que se han visto más muertes entre la población mas joven.
Flores dijo que de los 12 condados que han visto, 8 de ellos están en el Valle Central con más muertes entre 2019 y 2020.
Indicando que se han registrado 1,230 muertes relacionadas con la pandemia entre marzo del 2019 y 2020.
“Es un número alto considerando el número y que tanto en riesgo están las personas con las complicaciones relacionadas al Covid”, dijo, al señalar un estudio de la Universidad de San Francisco.
En el condado de Kern dijo que el incremento de muertes entre 2019 y 2020 fue de 37% de aquellos trabajadores que están en la agricultura y otras industrias.
Indicó que las personas que tienen el perfil de trabajadores agrícolas son el grupo que tienen alto riesgo de contagio y de muerte por covid, con un alta probabilidad de que sean inmigrantes, con poco ingreso, viviendo con mucha gente, niños, y sean pobres.
“Hay muchas y diferentes inequidades entre los trabajadores agrícolas y las tasas de vacunación más bajas en comparación con otros trabajadores esenciales por mucho”, reveló el catedrático.
Aclaró que la vacunación varia en cuanto a la vivienda y la comida, en este sentido dijo que la tasa de vacunación de la gente que tienen de comer es del 56%, mientras que la que no tienen acceso a la salud es del 39%.
“Hay una relación opuesta entre los que tienen suficiente comida y no tener seguro de salud”, indicó al decir que la gran desventaja es de los que no tienen de comer y no tienen seguro de salud, así como los que tienen un alto riesgo de ser desalojados de sus viviendas.
El porcentaje de los hogares que viven por debajo de la pobreza es de 34%, con muchos trabajadores viviendo en un mismo hogar y con mucha gente.
“Uno de cada 5 hogares son donde viven múltiples familias”, comentó, antes reveló que los trabajadores ganan un promedio de 14 mil dls al año.
Para mejorar las tasa de vacunación dijo que se debe tener una red de seguridad para migrantes indocumentados, darles más fondos y distribuir la ayuda de emergencia a la gente que esta en riesgo de desalojo.
Las cifras de muertes entre los trabajadores agrícolas tienen un punto de vista, dado que muchos de estos trabajadores, en su mayoría latinos, cuando se enferman terminan regresando a sus hogares porque no quieren morir lejos de sus familias, indicaron los ponentes.
Los mitos entre las mujeres campesinas
Juanita Montoya, de la organización más grande de agricultoras del estado de California, Líderes Campesinas, dijo que muchas mujeres tienen miedo a vacunarse por los mitos que existen entre ellos el que se van a morir una vez que se vacunen, otras porque quieren esperar las reacciones con los que ya se vacunaron, porque piensan que no es posible que haya una vacuna tan rápido.
Debemos educarlas, dice Montoya porque asegura que “ellas tienen miedo, simplemente”.
La trabajadora del campo que dejó hace 14 años el colegio para trabajar en el sector de la agricultura cuenta que la agricultura necesitan a las organizaciones comunitarias porque son una tabla de salvación y de recursos para los trabajadores que no tienen tiempo para ir a un lugar durante un día.
“Cuando educamos a la comunidad diciéndoles que las vacunas no tienen un chip, que no van a perder su salud reproductiva, generamos confianza y luego se vacunan”, sostiene, tras afirmar que la mala información que reciben de los medios sociales juega en su contra, lo mismo que el miedo que los trabajadores tienen a migración.
Montoya, quien al principio tuvo miedo de ir a las 4 de la mañana a trabajar a la sala de refrigeración donde empaca fruta que es enviada a Australia por miedo al Covid, es ahora coordinadora general del Valle Central para Covid.
El efecto de la pandemia no solo afecta la salud de los trabajadores y trabajadoras agrícolas sino es una escalda de efectos en su vida.
Margarita Ramírez, indígena mixteca oaxaqueña dijo que los empleadores los obligan a trabajar incluso enfermos de covid, y les han reducido sus horas de trabajo.
La mixteca con 4 hijos y 20 años trabajando en la agricultura reconoce que no las ayudas no han llegado porque muchas veces no entienden el idioma, sus derechos y la gente se provecha.
También indica que los mitos que ha escuchado sobre las vacunas es que se van hacer zombis o se van a quedar estériles.
Sarait Martínez, directora ejecutiva del Centro Binacional dijo que lo que realmente limita el acceso a recursos es el idioma y la falta de información.
“Muchas comunidades hablan español pero como segundo idioma, porque la gran mayoría son monolingües”, indicó.
Martínez comentó que no pueden acceder a financiamiento a pesar de que existen y que con los bajos salarios no pueden sobrevivir.
La activista dijo además de que las instituciones no están equipadas para atender a las comunidades en sus idiomas, en cuestiones como vivienda, guardería, alimentos y al inicio por el miedo a contraer covid-19.
En la víspera de la obligación de las vacunas
Deep Singh del movimiento Jakara, dijo que en algún momento las compañías de procesamiento de alimentos van a tener la obligación de que sus trabajadores estén vacunados.
Singh habló de la comunidad de los Punjabi que trabajan en el sector de procesamiento de alimentos en su mayoría gente mayor porque la mas joven dice que prefiere el sector de servicios en restaurantes y transporte donde la explotación laboral tienen niveles altos.
“La situación está cambiando en el área, hasta principios de los 90’s y 2000 los trabajadores consideraban un trabajo básico en la comunidad (el del procesamiento de alimentos)”, narró al indicar que ahora son las mujeres y gente sin documentos los que trabajan en ella.
El activista dijo que en la vacunación las compañías han tomado medidas, per que las pequeñas no están disponible la vacunación muchas veces por motivos políticos.
Asimismo dijo que las organizaciones en su trabajo se han percatado del nivel de aislamiento en que se encuentran las comunidades por ejemplo en el área de Bakersfield donde dice la población es mayor pero la gente sin documentos esta aislada con el resto de la comunidad y sus familias.
“Al tocar sus puertas de estos trabajadores nos damos cuenta del nivel de aislamiento que tienen y es muy difícil para que puedan salir adelante y sobrevivir”, señaló.
En el evento de Guelaguetza en Lamont, el pasado 10 de octubre, estuvieron proporcionando vacunas gratuitas de J&J, Pfizer y Moderna, muchos de los que se inocularon fueron por su tercera dosis de Pfizer, no fueron los de las primeras dosis, lo que consideran es por la falta de información en su idioma, algo por lo que abogan organizaciones como la de Juanita Montoya.