Por Alicia Alarcón
Lupe junto con su esposo Rubén, emigró de Tijuana Baja California a Los Angeles en 1968, tuvieron dos hijos Bernardo y Beatriz. Mientras Rubén trabajaba, ella se dedicaba a las labores de ama de casa, su rutina era la misma que llevaban miles de mujeres de ese entonces, la diferencia con Lupe es que ella no guardaba silencio ni volteaba a otra parte cuando veía actos de vandalismo o de violencia en su barrio del Este de Los Ángeles. Con mucha determinación organizó juntas de vecinos en las que demandó la presencia del Sheriff o un representante. El cambio se dio casi inmediatamente. La vigilancia aumentó y las reuniones entre vecinos y autoridades continúan hasta la fecha.
La principal preocupación de Lupe siempre fue la protección a los niños. Miraba cómo muchos se quedaban solos en sus casas, sin actividades y se convertían en presas fáciles de las malas compañías.
Estudiosa y admiradora del arte pictórico, Lupe decidió crear una escuela de arte para esos niños. Un espacio donde iban a estar seguros, aprendiendo pintura y cultura mientras sus papás trabajaban.
Sin recursos, sin hablar inglés, ni conocer a nadie en el gobierno, Lupe con la ayuda de Rubén y su hija Beatriz, adecuó su garaje, consiguió sillas para los niños, compró materiales de pintura, caballetes, lienzos de diferentes tamaños y convocó a pintores locales para que les enseñaran a pintar a los niños del barrio. La respuesta fue inmediata y de un día para otro Lupe tenía una escuela en su casa a la que asistían niños de todas las edades.
La actividad de los pequeños alumnos, que entraban y salían de la casa de Lupe a diferentes horas, incomodó a uno de sus vecinos, quien la reportó al Condado por dedicarse a una actividad para la cual no contaba con el permiso correspondiente.
La queja se turnó a la oficina de Gloria Molina. La Supervisora intrigada por el contenido de la queja, en la que se mencionaba que ahí se daban clases de arte, envió a su asistente David Vela, quien después de una visita que se alargó muchas horas, le reportó en detalle a la Supervisora las actividades que ahí se realizaban.
Grande fue la sorpresa de Lupe cuando un día la propia Gloria Molina llegó a su casa a constatar lo que se le había informado. A las pocas semanas recibió la notificación de que se le asignaba de manera permanente un salón en el Parque Saybrook para impartir su clases.
Con el apoyo de Gloria Molina y de artistas como el diseñador de joyas y filántropo Federico Jiménez, Lupe amplió el programa de arte y pintura para incluir apreciación de música clásica. Para esto rentaba autobuses cada semana y llevaba a su alumnos, junto con sus padres y familiares a museos y conciertos con orquesta sinfónicas y recitales en el Disney Hall y en el Music Center.
Las experiencias musicales y culturales que tuvieron decenas de niños y niñas en la Casa Cultural Saybrook ampliaron sus expectativas y descubrieron su amor por el arte y la pintura. Sin el trabajo de Lupe, muchos de estos niños y niñas no hubieran descubierto su talento para plasmar sobre un lienzo su visión del mundo y de las cosas que los rodean.
Lupe falleció el 21 de mayo de 2019. Su legado sería gran motivo de un homenaje organizado por el Consulado General de México, en coordinación con el Comité Cultural Benito Juárez y la Cinemateca Nacional. Todos están invitados. Habrá un refrigerio para los asistentes.
La cita es el jueves 27 de abril a las 5:30 de la tarde en el salón de actos del Consulado General de México ubicado en el 2401 W. Calle Sexta, Los Ángeles, CA 90057.
Lupita Bojorquez+ (izq) con la exsupervisora Gloria Molina en el evento del Día del Niño organizado por Casa Cultural Saybrook.