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Una mujer logra superar una historia de abuso, odio y adicciones

  • Sus hijos y su fe la ayudaron a salir de un círculo de violencia doméstica y ataques de odio.
  • Pide mayor difusión de programas de apoyo y beneficios para víctimas.

Los Ángeles, Ca.- El temor, el pavor y el pánico mantuvieron a una mujer  de origen mexicano a quien llamaremos Alicia Sánchez para proteger su privacidad y a sus 3 hijos, quienes fueron rehenes de la violencia doméstica por más de 10 años, situación que se agravó por la falta de información sobre los programas de ayuda y sus beneficios para combatir este tipo de casos.

La entrevista tuvo lugar el pasado martes 2 de enero en un restaurante y previo al encuentro Alicia nos pidió que no diéramos a conocer su verdadero nombre y el de los miembros de su familia para conservar a salvo sus identidades pues dijo que ese fue un período de su vida muy difícil, complicado y de mucho sufrimiento en el que temió por su vida e incluso hubo momentos en que pensó en quitársela.

“Al principio de la relación todo marchaba bien supuestamente. Yo no sabía que él usaba drogas y se llegó el día en que lo ví envolviendo marihuana en un papelito blanco pero él lo negaba y lo negaba y también se emborrachaba mucho y con las drogas que tomaba su mente se entorpecía”, comentó  Alicia con la mirada introspectiva y triste por los recuerdos. “Llegaba a la casa enojado, gritando, molestando a mis hijos, molestándome a mí”.

“Muchas veces me golpeó, precisamente esta criatura que tengo (señalando con la mirada a su hijo de necesidades especiales) que ya tiene 34 años de edad”, agregó con los ojos nublados. “Tenía seis meses de embarazo de él cuando me metió una fuerte patada enmedio de las piernas, me aventaba las cosas, una vez cuando estaba embarazada me acosté en el sofá donde apenas cabía yo por mi estado y él quería acostarse conmigo y yo no quería porque me apretaba el estómago y me molestaba, a veces me pegaba con la mano o con lo que sea porque tenía la mente turbia por las drogas, el alcohol y la cerveza”.

Alicia reveló que al día siguiente ella amanecía con el cuerpo y la cara muy golpeada y apenas se podía mover del dolor y aún así tenía que irse a la clínica donde laboraba como asistente médica, y agregó que él a veces le preguntaba que quien se lo había hecho, lo que desataba una fuerte discusión porque él no admitía su responsabilidad y ella tenía que cubrirse los golpes con maquillaje.

“Hasta el año 1989 viví con él, porque me golpeó estando embarazada”, recalcó. “Yo nunca le llamé a la policía a pesar de todos los golpes y abusos que sufrí porque tenía miedo porque no tenía ‘papeles’, él me decía que me iban a deportar si lo hacía y que no iba a volver a ver a mi hijo mayor y a mi hija (en ese tiempo ellos tenían 12 y 10 años respectivamente), me insultaba diciéndome que no servía para nada, que no era una mujer y que por eso se iba con otras mujeres, a veces lo hacia delante de sus amigos y ellos se burlaban de mí y así sucesivamente hasta que yo ya me dije, ‘hasta aquí”.

Alicia aclaró que ella y su entonces pareja nunca se casaron, sólo decidieron irse a vivir juntos desde el año 1980 pero fue hasta después en 1985 cuando todo cambio y empezó a mirarla con coraje y posiblemente odio, agregó que en esta situación influyeron sus supuestos amigos y el uso de las drogas mezclado con el alcohol, “si él hubiera tenido voluntad propia para no hacer eso, las cosas tal vez hubieran sido muy diferentes”.

 “Me compré un vestido bonito y caro en ese tiempo, me arreglé y me ví en el espejo y me dije a mi misma, así quieres tener tu vida, con golpes injustos, maltratos y mi mente dijo que no, tal vez estuve con él tanto tiempo porque lo amaba, pero también porque tenía miedo, pavor de que me contagiara una enfermedad venérea o que me ahorcara”.

Alicia añadió que también pensó en matarse ella misma por la desesperación que sentía. “Gracias a Dios, a mis hijos que merecían vivir en paz y a que pensé en mí misma que logré poner un alto a él y dije no más insultos, golpes y violaciones”.

Afirmó que para el momento que decidió dejarlo, las adicciones de su entonces pareja habían empeorado ya que no solo se inyectaba la droga que posiblemente era heroína sino que se encontraba en la casa cucharas quemadas por debajo y dejaba cosas tiradas en el piso poniendo en riesgo a su criatura de cuidados especiales (porque no se le desarrollaron plenamente algunas de sus facultades), que en ese tiempo ya había nacido y empezaba a gatear.

Expresó que al separarse del padre de sus hijos le puso una orden de restricción por recomendación de la policía, pero con el tiempo él le quito a la criatura especial para obtener el dinero que su hijo recibía del Seguro Social y además le puso Child Support, agregó que él logró hacer todo eso engañando en un principio a las autoridades y ocultando a su nueva familia para utilizar esos recursos económicos en ellos.

“Yo seguí luchando hasta que pude recuperar a mi hijo”, comentó.

La víctima logró superar rencor contra su abusador.

Alicia señaló que en ese tiempo, ella desconocía que había programas de ayuda para las mujeres que sufren de violencia doméstica y ataques de odio y que incluso pueden arreglar su situación migratoria.

“Francamente me daba miedo ir a alguna organización porque no tenía ‘papeles’ porque el padre de mis hijos me decía que me iban a echar la Migración”, resaltó. “Y nunca fuí al psiquiatra, nunca tomé clases porque me metí de lleno a la iglesia, busqué mi refugio en Dios, en su palabra y en el Espíritu Santo y eso me ayudó a liberarme de todo porque sin él no hubiera podido salir adelante, me quería morir porque me sentía muy mal”.

Alicia explicó que su ex-pareja murió en el 2008 de una sobredosis de droga.

Pero cuando se logró separar de él, ella tenía 42 años. Ahora tienen 65 años, sus dos primeros hijos son casados y tienen 3 nietos varones, el más chico de 14 meses y es su adoración.

Las personas que están atravesando por una situación de violencia o de ataques de odio pueden acudir a diferentes instituciones para buscar ayuda como es Amanecer, CHIRLA, ir al sitio web de LAvsHate o llamar al número telefónico 211 para reportar los crímenes de odio y que los dirijan a las organizaciones comunitarias que les pueda brindar un mayor apoyo y asesoría legal.  

El reporte de la Comisión de Relaciones Humanas del Condado de Los Ángeles indicó que el 72 por ciento de los crímenes de odio fueron de naturaleza violenta, el segundo porcentaje más alto en al menos 20 años; los crímenes de odio raciales, religiosos y por la orientación sexual crecieron en forma importante, siendo el racismo el más común constituyendo un 57 por ciento de todos los delitos de odio.

Los crímenes en contra de los latinos aumentaron un 3 por ciento al pasar de 117 en el 2021 a 121 en el año 2022, siendo el segundo grupo racial con más víctimas, ese fue el séptimo año consecutivo en que los latinos fueron el grupo que sufrió más ataques violentos.

También destaca que es posible que haya un número importante de víctimas renuentes a llamar a la policía por temor a ser detectados por las autoridades de inmigración y ser deportados por lo que consideran que la cantidad de víctimas de crímenes de odio podría ser mayor.

Un estudio de 2021 de la Oficina de Programas de Justicia del Departamento de Justicia encontró que los latinos, quienes experimentaron discriminación u “otras formas de victimización” están renuentes a llamar a las fuerzas del orden y en su lugar buscan ayuda en las iglesia, miembros de la comunidad o familiares.

RECURSOS en:

Los reportes a la línea directa CA vs Hate, se pueden realizar de forma anónima llamando al (833) 866-4283 o al 833-8-NO-HATE, de lunes a viernes de 9 a. m. a 6 p. m.

Denuncia el odio llamando al (833) 866-4283 o al 833-8-NO-HATE, se pueden realizar de forma anónima de lunes a viernes de 9 a.m. a 6 p.m.

Información adicional en: https://www.cavshate.org/ (eligiendo español como idioma)

Nota: Este informe es parte de la serie de trabajos que desarrolla Impulso Newspaper con Stop The Hate (STH), gracias a la financiación proporcionada por el Estado de California y administrado por la Biblioteca del Estado de California (CSL) en asociación con el Departamento de Servicios Sociales de California y la Comisión de Asuntos Estadounidenses de las Islas Asiáticas y del Pacífico de California (CAPIAA).
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