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¿Cómo encontrar lo positivo como estudiante universitario en medio de la incertidumbre causada por una pandemia mundial?

Por Melissa Aguilar-Pérez

Conforme llego al final de mi tercer año universitario en medio de la continua incertidumbre causada por la pandemia mundial, he encontrado lo positivo en cada experiencia que ofrece oportunidades de aprendizaje. Como cientos de miles de estudiantes que asisten a las universidades de todo el país, yo empecé en el semestre del otoño de 2021 en Cal State Fullerton con los protocolos de seguridad sanitaria que con frecuencia hacían difícil llegar a conocer a los compañeros en los dormitorios y las residencias estudiantiles. Aun cuando las caras de cada uno estaban ocultas detrás de las máscaras, el sentimiento era evidente, estábamos felices de estar en el campus y de absorber tanto de la experiencia como fuera posible. 

La última vez que estuve rodeada de tantos estudiantes fue en marzo de 2020, durante mi último año en la escuela secundaria. Más de un año después, mientras llegaba a mi primera clase en el edificio de Negocios y Ciencias Económicas, el sentimiento de entusiasmo invadió todo mi cuerpo, el mismo sentimiento que cualquier estudiante universitario de primer ingreso sentiría, excepto que yo ya no era de primer ingreso. Había transcurrido un año completo de universidad y ahora estaba iniciando mi segundo año universitario. De cualquier forma, el entusiasmo estaba ahí y yo estaba determinada a aprovechar ese aprendizaje. Ya había perdido tanto.

Tal y como mis compañeros de clase, yo terminé mi último año de escuela secundaria y empecé mi primer año universitario usando Zoom. Debido a la pandemia por el COVID-19, me perdí de todos los “primeros de primer ingreso”, los derechos de ingreso que mis predecesores tuvieron la oportunidad de experimentar. Por ejemplo, en lugar de empezar mi primer año mudándome a un dormitorio universitario, tuve que iniciar comprando una nueva computadora portátil y asegurándome de tener un Internet confiable que me ayudara a administrar mi trabajo en línea. En lugar de caminar a un auditorio para mi primera clase, me conectaba por Zoom y encendía la cámara de mi computadora. En lugar de estudiar en la biblioteca con mis compañeros de clase, estudiaba sola en mi habitación. 

En el otoño de 2021, después de tomar cursos en línea por un año y medio, finalmente estaba capacitada para tomar los cursos de forma presencial.  Nunca olvidaré los sentimientos y el miedo que experimenté antes de entrar a un auditorio grande, lleno con más de 100 estudiantes. Aunque estaba emocionada de estar en el campus y crear recuerdos universitarios, estaba atemorizada con la idea de contraer COVID. Había pasado el primer año de la pandemia sin haberme infectado, pero mi hermana mayor no fue tan afortunada. En diciembre de 2020, antes de que la vacuna contra el COVID fuera lanzada para el público en general, ella se enfermó y fue muy difícil presenciar eso. Después de ver los efectos de la enfermedad en los no vacunados, me aseguré de vacunarme tan pronto la vacuna estuviera disponible para mí.

Hace algunos meses, mi familia y yo contrajimos COVID, y aunque fue una experiencia incómoda, no fue ni parecida a la mala experiencia que tuvo mi hermana con el mortal virus. Mi familia y yo ahora somos parte del 46,4% de los casos de latinos registrados en California. Debido a que los casos de COVID en California continúan aumentando, mi escuela decidió que los estudiantes iniciaran las primeras dos semanas del semestre de primavera de 2022 en línea. Yo comprendo que estas medidas de seguridad son de gran beneficio, pero finalmente acostumbrarse a las clases presenciales y luego tener que regresar al aprendizaje en línea es una frustración que sé que comparto con mis compañeros. 

Sin embargo, no todo es tan oscuro. A pesar de la cantidad de dudas que la pandemia del COVID-19 me generó, encontré algunas cosas positivas en todo esto. En junio de 2021, ingresé a una pasantía en línea con una organización comunitaria llamada Our Voice:Communities for Quality Education (Comunidades a Favor de la Educación de Calidad). Our Voice provee a los padres de los estudiantes del Condado de Los Ángeles con recursos e información gratuitos y útiles relacionados con la educación. Además, el grupo se reúne cada viernes por Zoom para presentar un expositor invitado que habla sobre temas que impactan a las comunidades con mayores necesidades. Al crecer en el Sur de Los Ángeles, estaba casi ajena al hecho de que había muchos padres luchando por obtener recursos clave para sus hijos. Formar parte de Our Voice me ha permitido crear relaciones con padres en mi comunidad, aprender de ellos y ayudarlos tanto como me ha sido posible. 

A través de esta pasantía, he adquirido una pasión por la defensa y he crecido exponencialmente en áreas de mi vida que son favorables para mi carrera. Como estudiante universitaria que intenta ganar experiencia del mundo real profesional en un nuevo mundo moldeado de forma particular por una pandemia global y por cambios sociales y ambientales, estas oportunidades de aprendizaje son críticas debido a que mi generación trata de encontrar un propósito y definir su propio futuro. Aparte de avanzar en mis estudios y mi carrera, ahora busco cómo ayudar a mi comunidad y valoro las lecciones aprendidas en cada experiencia. COVID puede haber venido para quedarse, y asimismo son mi esperanza y mi entusiasmo por el futuro, con el entendimiento de que hay cosas positivas por encontrar a cada paso del camino. 

  • Melissa Aguilar-Pérez es una residente del Sur de Los Ángeles y es estudiante de tercer año de la Universidad Estatal de California, en Fullerton, donde se especializa en Administración de Empresas con énfasis en Mercadeo y Dirección Gerencial es hija del reconocido empresario oaxaqueño Arturo Aguilar.
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