- Revelan grandes afectaciones al sector agravándose con la pandemia.
- Piden acceso a cobertura médica independientemente de su estado migratorio, entre otras acciones.
Los Ángeles, Cal.- Desde ver llorar a sus hijos porque no sabían usar una computadora, hasta sentir miedo por un contagio de covid-19 por no contar simplemente con mascarillas en las cuadrillas de trabajadores, son algunos de los padecimientos que han revelado los trabajadores agrícolas indígenas esenciales en un estudio desarrollado por una Coalición de Investigadores y Organizaciones comunitarias en California.
El estudio fue presentado en una video conferencia realizada el pasado 18 de octubre, en la que se hablo del impacto del Covid-19 en las vidas de los trabajadores y lo que necesitan para recuperarse.
“La pandemia ha magnificado las desigualdades y las terribles condiciones que han prevalecido en la comunidad de trabajadores agrícolas. Al sacar a la luz estas historias, queremos mejorar la información crítica sobre las habilidades de los trabajadores agrícolas para protegerse a sí mismos y a sus familias durante la pandemia de COVID-19. Ha llegado el momento de que las políticas aborden las disparidades para los trabajadores agrícolas indígenas ”, dijo el Dr. Dvera Saxton, investigador del Instituto de Estudios Rurales de California (CIRS).
Estas entrevistas han mostrado las duras condiciones a las que se han enfrentado los trabajadores agrícolas, especialmente los indígenas, durante la pandemia. Han experimentado inseguridad económica y sanitaria y la pandemia ha afectado a sus familias. “La industria agrícola de más de 49 mil millones de California emplea a unos 800,000 trabajadores agrícolas en trabajos principalmente estacionales, que rara vez tienen un trabajo de tiempo completo durante todo el año.
Si bien todos los trabajadores esenciales se ponen en riesgo cuando se presentan a trabajar durante la pandemia de COVID-19, los trabajadores agrícolas enfrentan riesgos adicionales porque carecen del apoyo crítico de la red de seguridad social que se brinda a los demás. La situación es aún peor para los trabajadores indígenas ”, explicó la Dra. Sarait Martínez, Directora Ejecutiva del Centro Binacional para el Desarrollo Indígena Oaxaqueño (CBDIO).
COFS es un proyecto de investigación colaborativo facilitado por el Instituto de Estudios Rurales de California, con un equipo de investigadores de ciencias sociales y seis organizaciones comunitarias que sirven a los trabajadores agrícolas: Alianza Ecologista, Centro Binacional para el Desarrollo Indígena Oaxaqueño, Red de Justicia Ambiental de California Central, Comité Cívico del Valle, Farmworker Care Coalition / Vista Community Clinic y Líderes Campesinas.
Los datos del proyecto se están utilizando de inmediato para defender a los trabajadores que arriesgan sus vidas todos los días para alimentar a California y a la nación.
Fidelina Espinoza, originaria de San Sebastián del Monte en Oaxaca, con 20 años viviendo en Madera, California, dijo que conoce de cerca el sufrimiento de los trabajadores del campo por lo que señaló que entre las recomendaciones y exigencias está el que se logre una reforma integral de salarios dignos para todos los trabajadores indígenas del campo,
programas de red de seguridad y emergencia en casos de desastres financiados por el gobierno.
Además de una agencia de salud financiada y dedicada totalmente a ellos, un comité de rendición de cuentas independiente, atención médica de calidad, acceso a vivienda asequible y de calidad para sus familia, tener servicios en su lenguas, más educación y apoyo para las escuelas donde van sus hijos y acceso a internet con equipo.
La indígena mixteca Guadalupe Ramírez, de Tlaipa Guerrero, quien lleva 10 años viviendo en Fresno, California, dijo que cuando empezó covid ella tuvo dificultad para cuidar a sus hijos por que la gente tenia miedo al contagio, además de que salario no es suficiente para pagar el cuidado de niños, las agencias son pocas y con largas listas de espera, además de que los horarios no son los adecuados.
“Para nosotros como campesinos los horarios no son los adecuados porque entramos en la madrugada”, dijo al revelar que tampoco todas las familias tienen internet o computadoras por lo que les fue difícil las clases a distancia para sus hijos.
“Nuestros hijos tuvieron dificultades para estudiar en casa. También como padres no sabemos usar la tecnología y muchos no tenemos hijos mayores”, confeso al requerir más apoyo del gobierno para asegurar que las escuelas de sus hijos tengan más recursos y les den los entrenamientos que necesitan en sus propias lenguas que hablan.
Pero a pesar que la radio daba información, dijo Rosa Hernández otra mixteca pero de San Pedro Ixtlahuaca, Oaxaca, que sus patrones no implementaron medidas de sanidad.
“Los patrones no lo tomaron en serio. No pusieron agua y jabón en los campos para no contagiarnos, aunque no podemos guardar los 6 pies de distancia porque no tenemos carros sino vamos con los raiteros, amontonados, y nos arriesgamos a agarrar la enfermedad.
A pesar de arriesgar la vida no nos podemos dar el lujo de quedarnos en casa. Yo me quedé un tiempo sin trabajar, solo mi marido estuvo trabajando y pasamos necesidades para pagar renta, luz. Somos una familia de 8 y si una persona no trabaja no tenemos dinero”.
Había ayudas, pero pedían muchos requisitos. Lamentablemente a mi no me pudieron ayudar con la renta porque el rentero me dijo que si iba a buscar ayuda del gobierno que mejor buscara donde irme. Me sentí rechazada por ser indocumentados.
Fue un momento triste para nosotros, por eso abogamos para que nos den mejores salarios para estar mejor preparados en momentos de emergencia porque se nos cierran las puertas. No podemos. El salario que nos pagan no es suficiente para tener ahorros.
Estamos viviendo al día, a veces ni nos alcanza un solo cheque. Nos privamos de comida, vestimenta, comemos lo que haya, dijo Hernández.
La difícil situación por la que atraviesan los campesinos tampoco es ajena para Deisy Merino otra trabajadora de la mixteca baja de Oaxaca, quien reveló que los padecimientos también impactan la salud mental.
“Conozco gente que esta en situación de indigencia después de trabajar duro en el sol. Yo perdí mi apartamento. Estoy compartiendo con otros y no tengo dinero para un lugar estable y sufro de depresión por esa situación.
La renta nos tienen estresados, porque el pago de renta es alta. Necesitamos control de rentas y más apoyo en nuestras lenguas. Somos seres humanos que merecemos una vida digna”, afirmó la trabajadora agrícola.
Para las trabajadoras lo que más necesitan inmediatamente son apoyos económicos y ayudas con sus pagos de renta, luz, y demás facturas atrasadas de parte de los programas de gobierno estatal.
Pero “que no pidan muchos requisitos”, fue una de las peticiones que hizo Guadalupe quien dijo que ella tienen biles atrasados de 3 y 4 meses y que con un trabajo de 4 horas no ajustan ganar ni siquiera 100 dls para cubrir gastos.
Otra de las grandes preocupaciones de las organizaciones es la falta de acceso al lenguaje para la gente del campo, quienes en muchos casos sus traductores son sus propios hijos.
“El lenguaje es crucial. Hemos escuchado de historias que los niños han estado interpretando para sus padres, cuando sabemos que el uso de interpretación es crucial”, sostuvo la doctora Martínez.
La encuesta fue aplicada a 300 campesinos y campesinas en el pico de la pandemia del 2020.