HomeCalifornia¿Es el indulto presidencial a los Dreamers la única forma de protegerlos?

Por: Pilar Marrero / EMS

Crece la desesperación entre los grupos de defensa de los derechos de los inmigrantes ante la continua parálisis política y el endurecimiento de las normas bajo la administración Biden.

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Cuando las perspectivas de cualquier solución legislativa para los Dreamers, por no hablar de otros inmigrantes indocumentados, parecen más improbables que nunca, el Centro de Estudios California-México vuelve a sacar la idea de un indulto presidencial en su boletín “El Magonista“.

Esta idea ya se ha debatido antes. Algunos activistas pidieron al expresidente Obama que usara su autoridad de indulto presidencial justo antes de que el entonces presidente electo Trump tomara posesión a principios de 2017 para proteger a los inmigrantes indocumentados y, como mínimo, a los Dreamers, protegidos y desprotegidos por el programa DACA de Obama.

No lo hizo, y Trump intentó por todos los medios eliminar DACA, el asilo y a los inmigrantes. Los tribunales protegieron DACA, pero está bajo asedio de nuevo, y su legalidad probablemente irá a la Corte Suprema por tercera vez. Ha sobrevivido dos veces antes, pero es dificil imaginar que lo haga una tercera vez con la composición actual del SCOTUS.

El editorial de El Magonista aboga por que el presidente Biden utilice su indulto para “los Dreamers y otros indocumentados que viven en Estados Unidos.”

“Ninguna otra solución viable ha sido sugerida por otros grupos de inmigración o funcionarios electos – PERIODO”, argumenta el artículo. “Ha llegado el momento de que los Dreamers se pongan de pie y exijan al presidente Biden que emita un perdón completo a todos los residentes indocumentados.”

Han pasado 21 años desde que se presentó en el Congreso la primera legislación DREAM Act para regularizar la situación de los jóvenes traídos a Estados Unidos cuando eran niños. Desde entonces, los Dreamers se han convertido en una poderosa fuerza de defensa en el ámbito de la política de inmigración de Estados Unidos.

Algunos activistas indican que un indulto no regularizará el estatus de nadie, y no está claro cuál será la fuerza legal de dicho indulto, teniendo en cuenta que estar en el país como indocumentado es, en el mejor de los casos, una violación civil de las leyes y no un delito.

Pero las cosas se están poniendo desesperadas en el movimiento por los derechos de los inmigrantes porque, como indica “El Magonista”, “nadie ha sugerido nada más que esfuerzos huecos y curitas para aliviar de una vez a los 11 millones de inmigrantes indocumentados que viven, trabajan y pagan impuestos en Estados Unidos ahora mismo.”

El Gobierno de Biden empezó protegiendo a los Dreamers, cambiando muchas normas y regulaciones administrativas de la era Trump y proponiendo una reforma migratoria integral desde el primer día. Pero desde entonces ha endurecido su postura en materia de asilo y fronteras por la presión política de los republicanos restriccionistas y la llegada de posibles solicitantes de asilo de Venezuela, Nicaragua y Cuba, entre otros.

Esta misma semana, el gobierno de Biden propuso una nueva norma sobre asilo que unió al movimiento por los derechos de los inmigrantes, típicamente fragmentado, en contra de la medida, a la que llamaron la “prohibición de Trump2”. Parece un movimiento político para proteger a Biden del apelativo de “presidente de fronteras abiertas” que tanto gusta a los republicanos. Pero el restriccionismo nunca protegió a los demócratas de los ataques políticos republicanos contra la inmigración.

Obama hizo más que ningún otro presidente demócrata para deportar inmigrantes y mantenerlos fuera del país, un esfuerzo nunca reconocido por su oposición. Pero también creó DACA, un estatus temporal que protege a unos 600.000 Dreamers, y que ahora cumple diez años.

Este país ha alcanzado ya más de tres décadas de parálisis en política migratoria.

Pilar Marrero es editora asociada de Ethnic Media Services y ha cubierto inmigración durante al menos 20 años para La Opinión y otros medios. En 2012, escribió el libro Killing the American Dream (Matar el sueño americano), una crónica de 25 años de contratiempos en la política de inmigración, y no ha cambiado mucho desde entonces.

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