- Un libro verdadero de la tradición zapoteca contada por Manuel Matus
Oax.- Un costal de mentiras o una carreta llenas de lo mismo, un caudal de verdades que parecen mentiras o de mentiras que dice que son ciertas es lo que ofrece Manuel Matus Manzo escritor radicado en la ciudad de Oaxaca, pero originario de San Francisco Ixhuatán, escritor prolífico que no miente cuando dice que nació en el año de 1949 y a la fecha cuenta con 72 años de edad, bueno eso dice, tal vez sea otra de las mentiras verdaderas o de las verdades mentirosas.
Confirma este hecho el escritor Alberto Blanco quien dice de él en el prólogo del Libro de mentiras del señor Moonge, “que se trata de uno de los más grandes mentirosos que me ha tocado conocer; un mentiroso de marca mayor, un mentiroso de grandes ligas, en pocas palabras un maestro de la mentira”.
Sin embargo, al platicar con el escritor confirmamos muchas verdades y que el título del libro está relacionado con el tipo de literatura que ahora está escribiendo, “en la región del Istmo, en el mundo de la tradición oral zapoteca hay géneros, dice, y uno de esos géneros es la mentira, el mito es otro género, la leyenda, y la mentira es uno de esos géneros de la tradición oral zapoteca, donde crecí y particularmente este Moonge es un personaje conocido casi en todo el Istmo, vivió en los tiempos de la revolución, posiblemente haya muerto en 1923 ó 24, pero quien me contó las historias fue un tío político de nombre Sebastián Toledo, era una persona ya muy grande y un gran lector, murió ya hace mucho tiempo, era un gran lector a pesar de que era un campesino, no era un campesino común, era un campesino que tenía tierras, tenía ganado, pero la gente de Zacatepec se lo quito.
Explica Matus que el no tuvo la menor preocupación, bueno si tuvo alguna pero no peleo denodadamente porque sus terrenos se le quedaran, sino le importó muy poco porque él decía que estaba leyendo al Quijote de la Mancha, y efectivamente le quitaron todas las tierras y entonces él se fue a vivir a donde estaba mi papá en un rancho, y ahí consiguió un pedazo de tierra y le pidió a mi papá que yo fuera a tirar su maíz, ajonjolí y lo que el sembraba, y de casi todos los días me pegaba a él porque lo encontré como un maestro y a la edad de 12 ó 13 años, siendo adolescente, me encontró muy inocente, que yo pienso es cuando uno debe de empezar a leer más.
“Él me contaba todas estas mentiras y al cabo del tiempo las estuve recordando, buscándole algún acomodo y creo que pudiera decir que si, en parte tiene algo de autobiográfico, porque uno al estar haciéndolo a su estilo, a su manera, porque él lo contaba muy rápido y después había que recordarlo, entonces se vuelve parte de uno.”
Manuel Matus por momentos se pierde en el tiempo y recuerda cosas de su infancia, tal como el señor Moonge lo hacía cuando contaba sus mentiras.
Y rememorando el pasado, vuelve a recrear en su mente las cosas que vivió, así también recuerda que cuando ya tuvo oportunidad de leer o de aprender a leer se dio cuenta de muchas cosas nuevas para él, como saber que “los binigulaza” vienen de las nubes, de una diosa de las nube, de una mujer que es una serpiente, que es la serpiente emplumada, pero que allá se llama Bendeyuse, y eso es parte un mundo en el que estás tú y se vuelve pare de ti, como parte de un sueño”, dice.
Haciendo referencia al libro del afamado autor peruano Vargas Llosa y de Sergio Ramírez con el título “La verdad de las mentiras” explica que uno puede llegar a la conclusión que la literatura es una mentira verdadera, porque está hecha de sueños, está hecha de invenciones.
El señor Moonge no sabía leer ni escribir y solamente contaba sus mentiras en zapoteco, pero al paso del tiempo, como el señor Toledo sabía español y sabía zapoteco, así me lo transmitió, él ya murió hace varios años, pero cuánto me hubiera gustado que él viera la publicación de este libro, en la parte introductoria menciono su nombre y quien fue, pero me huera gustado que lo viera, repite y luego afirma, “porque este libro que es parte de la tradición literaria istmeña, como ya lo mencione, la mentira. Y dentro del libro lo explico.
Porque mentirosos hay en muchas partes, no solo del istmo, sino de todos lados, aunque como dice Alberto Blanco que “las mentiras de Manuel son de índole distinta a la de los políticos y no menos periodistas”.
Hablar con Manuel Matus es un regocijo para los oídos ávidos de conocer la literatura, quien después de haber leído aproximadamente 20 libros por año, al azar saca sus conclusiones, pero luego afirma que tal vez son más de 700 libros los que ha leído.
“Espero no sea otra mentira”, se justifica, además de haber escrito por lo menos tres libros de cuentos, dos novelas de cuentos, tres ensayos. Un total de 10 libros, lo que él considera una cantidad modesta, sin contar que lleva cuarenta años de escritor.
Su amena charla invita a la reflexión, es llegar a un abrevadero que en lugar de aguas de conocimiento, uno puede embeber letras y más letras, experiencias, y puede llegar uno a conocer sus principales temores, sus anhelos guardados celosamente, pero que se deja entrever en sus ojos protegidos por el cristal de sus inseparables gafas que han sido cómplice de sus noches de insomnio que cura con la lectura de diferentes libros y las notas en sus cuadernos que después se vuelven libros.
“Quizás porque en la tradición del Istmo hay un dios del sueño que al mismo tiempo es el dios de la belleza que tiene el nombre de Bacanda, todo eso lo tiene uno en la cabeza, lo tiene uno en el cerebro”, dice el maestro Matus y agrega que “cuando uno se pone a escribir de ahí sale lo que uno puede escribir o uno puede inventar, viene uno de esa tradición oral, no se puede uno quitar de eso, pero siempre esta uno buscando inventar cosas nuevas”.
Sin embargo, el origen de la lectura salió de la invitación de Sebastián Toledo quien le dio mi primer libro que leyó, “La navidad de las montañas” de Ignacio Manuel Altamirano,” lo recuerdo perfectamente, después me dio María de Jorge Isaac, luego me mostró El Quijote, que aunque ya no me lo prestó, ahí fue mi inicio como lector, y algo que presumía con mis amigos era de que ya lo conocía, aunque no lo había leído, porque me lo había contado Don Sebastián Toledo y casi lo sabía de memoria.
La vida fuera de la ciudad fue dura para Manuel Matus, y aunque conocía la ciudad de México y se le hizo fácil caminar por las calles, las necesidades también lo agobiaron como agobian a muchos jóvenes con el deseo de salir adelante, y surgen experiencias que hasta ahora no había contado, confiesa, como cuando por la necesidad de entregar una tarea que le dejaron en la escuela, la UNAM, fue a una librería del centro y bajo una enorme chamarra escondió el libro que no recuerda el nombre, pero que era un libro sobre economía, y que siempre tuvo la intención de ir a pagar pero nunca pudo hacerlo.
En Oaxaca dice que ha encontrado personas que siempre lo han apoyado, como el señor Ventura López quien le daba los libros y le permitía pagarlos cuando tuviera dinero, aunque el buscaba la mera de pagarlos lo mas pronto posible, y ya como escritor él le llevaba los libros e inmediatamente le pedía 50 libros o más y de manera automática le decía al contador que le pagara en ese momento el total del costo, esas son satisfacciones que te da la literatura, cuenta con alegría y agradecimiento.
Los escritores como él tienen una forma especial de describir el entorno la vida, la experiencia, los andares por las grandes y pequeñas ciudades y sobre todo tienen una perspectiva diferente de quienes no hemos tenido muy arraigado el buen hábito de la lectura o de conocer a los grandes escritores que como bien lo dice Manuel Matus Manzo, se aprende a saborear la soledad y se hace necesario tener su propio espacio en donde escribir, pero además la necesidad de sobrevivir, lo que hace que muchos escritores dejen de escribir y busquen una forma de sobrevivir.
Cuando uno escribe termina diciendo el autor del libro de mentiras del señor Moonge editado por 1450 Ediciones, se sumerge uno en un mundo de fantasía de irrealidades o de mentiras, y uno escribe no solamente para uno sino para que los demás se sumerjan también en ese ambiente, que es también parte de la formación, tiene, dice mucha influencia el medio en el que te encuentras, si estas solo, con quién estas, con quién vives, si ya encontraste la soledad adecuada, entonces solo tienes que enfocarte en la escritura.
“Siempre es importante tener soledad, silencio, porque esto implica un resumen, como si estuvieras en un sueño fuera de toda la relamida y estas escribiendo lo que tu consideras que es la verdad, la realidad y es algo intangible absolutamente. A veces es una batalla contigo mismo y con los demás, porque somos seres de compañía, y ahí es donde se origina el conflicto”
Mas historias y más anécdotas quedaron en el tintero, como el libro en el que escribe sobre los amores de Porfirio Díaz, que para él fue parte de un mito, al escribir un libro, pero que un día uno de sus paisanos le dijo que lo que había escrito había sido cierto y que el hijo que mencionaba en el libro si existía en realidad, aunque la madre había desaparecido, la gente reconocía a la persona como hijo de Díaz, o la explicación que da sobre la manera de hacerse escritor, y muchas más, que sería parte de un libro biográfico que no está muy lejos de escribir, aunque dice que es la parte más difícil, “hablar de uno mismo”.