Oax. – Golpes acompasados y a destiempo, rítmicos suaves por momentos, y de repente un golpe fuerte que se oye hasta la entrada del taller de figuras de hojalata, que no es lo mismo que la hojalatería, donde Juan Jesús Acevedo Rivera es el creador de figuras de hojalata, primero por obligación y después por afición, según cuenta el maestro de arte popular.
Desde hace más de 20 años Juan ha realizado diferentes creaciones en hojalata, las primeras piezas que recuerda son unas que realizó hace más de diez años para el hotel Victoria donde forro con hojalata una parrilla y unas casitas de madera para adorno, forro también unos marcos de madera para unas fotos antiguas de gran formato en otro hotel, el Misión de los Ángeles, además de unos marcos para espejos.
Explica que no ha sido fácil pues debido a la pandemia, hace dos años tuvo que cambiar de trabajo por lo menos tres meses, porque la tienda donde expone sus creaciones cerró, y tuvo que trabajar como velador para sostenerse y poderle ayudar a su hermana en el tratamiento de hemodiálisis, por el que tiene que gastar casi tres mil pesos semanales y su oficio es el único ingreso.
El trabajo para él ha sido un refugio y tiene el hábito de iniciar un trabajo y no importa el tiempo que le dedique solo lo deja cuando ya está terminado, así pueden ser cuatro o cinco horas o hasta más, en algunas ocasiones trabaja toda una noche entera, sin dormir.
Inicia desde el diseño de las piezas, el rayado, y el cincelado, aunque dice que algunos ya traen la idea o en algunos casos el diseño, sin embargo, el aclara a los clientes que les hará una propuesta porque él no se dedica a copiar figuras, más bien las hace a su manera de modo que el cliente quede satisfecho, “porque para las copias no soy bueno, dice sonriendo.
Ha vendido piezas en Francia, Estados Unidos y recientemente le compraron unas piezas para una tienda de Australia. Este oficio que tuvo que cambiar, por obligación de su padre, le ha dado muchas satisfacciones porque a él le gustaba hacer trabajos en piel.
“Antes era talabartero, hacia bolsas de piel, pero mi papá me cambio la jugada”, y aunque aún tienen toda la herramienta para la talabartería dice sentirse fuera de cancha porque ya no sabe de costos de la inversión.
Pero regresando al oficio de la hojalatería, explica que muchos dicen que quieren aprender, pero solo es el deseo o lo toman como un pasatiempo. Él es uno de los cuatro integrantes de su familia, pero a ninguno le gusto este oficio, ninguno hace hojalatería, solo él y su padre lo hicieron, “así que cuando Juanito estire la patita, dice, hasta ahí quedo la tradición familiar de la hojalatería”.
El maestro solo imparte talleres de pintura, porque dice que es muy complicado dar talleres completos, porque tendría que cargar con las herramientas: unos troncos para el cincelado, los martillos, los cinceles y los pedazos de plomo que pesan aproximadamente 5kgs, cada uno y eso lo hace costoso, por el transporte.
Invita a quienes tienen el deseo de aprender que deben de buscar un maestro que quiera enseñar, porque hay muchos que no enseñan a desconocidos solo a sus familiares para que sigan la tradición, quienes quieran hacer figuras de hojalatas le tiene que gustar, indica al comentar que sí es posible vivir del oficio.
Dice que no es complicado. Lo costoso son las herramientas, por ejemplo, un cincel pequeñito de 3mm., cuesta 250 pesos y la inversión inicial para un taller es de aproximadamente de 7 a 10 mil pesos, por la cantidad de cinceles, gurbias, puntillas de acero, goznes, cañuelas, compas de metal y tijeras, además de la pintura.
Los costos de los materiales han aumentado en más del 100 por ciento, y depende de la figura también por el rendimiento, porque de una lámina haciendo figuras chicas salen unas 20 ó 30 piezas. Y en un día puede hacer unos ochenta corazones cincelados y pintados, pero en una figura de bulto se lleva mas o menos dos días enteros.
Ha hecho figuras de bulto de gallos, guajolotes o estrellas para esta temporada que son para acordonar las casas y que sirven también para adorno posterior.
Lamenta que el aprecio por las artesanías en general se haya perdido por la parte oficial cuando es una carta de presentación de Oaxaca.
Hace tiempo recuerda que los invitaban a exposiciones y el gobierno del estado les pagaba los gastos y el hospedaje además del estand, por lo que estuvieron en diferentes pares de la república hospedándose en los mejores hoteles como el Marriot en la Ciudad de México, el Hyatt de Acapulco, el Real de los Ángeles en Puebla, en Tabasco, Guanajuato, Querétaro, etc.
Lamenta que ahora el Instituto Oaxaqueño de las Artesanías IOA, es quien organiza las ferias pero que todo es costo para ellos.
“En la tienda que se ubica en la zona de los arquitos se puede llevar a vender las piezas, claro teniendo una credencial que los acredite como integrante del IOA, pero las reciben a consignación, ellos lo reciben a un precio y le aumentan los precios al público, muchas veces demasiado alto, y las piezas las pagan de manera mensual”.
Otra “ventaja”, son los presamos que el artesano puede recibir, pero tiene que pagar con un interés que, aunque mínimo se tiene que pagar, según dice Juan, quien tiene su credencial, pero ya vencida porque no le pareció la forma en que trabajan.
El IOA se ha vuelto un negocio de gobierno que no ayudada en mucho a los productores artesanos, por eso ellos se han organizado y las piezas que exponen las venden en lugares como la Casa de las Artesanías o en sus redes sociales, o buscan maneras de comercializarlas porque como Juan Jesús Acevedo dice “yo voy al día y no puedo esperar hasta fin de mes o hasta que se venda una figura en el Instituto para comer”.
Una de sus últimas creaciones es un marco para espejo grande, donde se tardó casi cinco días trabajado 5 horas diarias por las noches, mientras cuidaba a su padre, ya muy enfermo. Para el artista lo laborioso fue hacer las 298 rosa triales que requería la pieza.
Invita a las personas a ver sus creaciones y a comprar si gustan en su página de Facebook. Juan Acevedo, donde expone sus figuras y la forma de contactarlo, porque él sabe que invertir en una página web es costosa y además “no me quiero meter en dificultades para aprender porque ya tengo demasiadas preocupaciones y mejor así madamas.
Entre broma, charla y chacota, Juan sigue con la mano en el martillo y por momentos da golpes fuertes y a veces suaves para crear una figura. Al verlo trabaja pareciera fácil, pero depende de varias herramientas para desarrollar su espíritu creativo.